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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Argelia y Túnez, las nuevas gateras de la frontera más mortífera del mundo

Hasta hace unos pocos meses, la ribera de Marruecos y el oeste de Libia copaban la inmensa mayoría de ese tráfico deshumanizado a través del Mediterráneo.


Considerada por la Organización Internacional de la Migraciones (OIM) la «frontera más mortífera» del mundo, la costa que se extiende desde el oeste de Marruecos al centro de Libia tiene multitud de gateras.
Decenas de calas y playas desde las que mafias bien organizadas se lucran y juegan a diario con la esperanza y la vida de cientos de personas, en su gran mayoría inmigrantes subsaharianos que ansían alcanzar Europa.
Hasta hace unos pocos meses, la ribera de Marruecos y el oeste de Libia copaban la inmensa mayoría de ese tráfico deshumanizado a través del Mediterráneo, un flujo que según la OIM, agencia dependiente de la ONU, desde 2001 se ha cobrado la vida de más de 34.000 personas.
Sin embargo, desde el verano, la aguda crisis socio-económica, el desencanto político y el progresivo deterioro de las condiciones de vida en Argelia y Túnez han reabierto nuevas «rutas de la muerte», acaparadas por jóvenes de ambos países que buscan también ese futuro que sus gobiernos no les ofrecen.
«Harragas (vocablo que se utiliza en el norte de África para los inmigrantes irregulares) siempre ha habido. Es un fenómeno muy antiguo», explica a Efe un responsable de una organización argelina de defensa de los Derechos Humanos.
«Pero es cierto que en el último año se ha disparado. La crisis, que comienza a sentirse en la economía doméstica, y el inmovilismo político hacen que cada día más y más jóvenes estén dispuestos a salir», agrega la fuente, que por razones de seguridad prefiere no ser identificado.
Argelia, régimen donde hablar de inmigración es un tema tabú, sufre una aguda crisis económica desde que en 2014 cayera de forma abrupta el precio del petróleo, única riqueza que junto al gas explota.
Confiado en que la bajada sería pasajera, el Gobierno argelino optó por utilizar sus amplias reservas de divisas -calculadas entonces en unos 180.000 millones de dólares- para mantener la paz social y un sistema paternalista basado en las subvenciones y el empleo público.
Tres años después, las reservas se han desplomado por debajo de los 100.000 millones y el Ejecutivo se ha visto obligado a reducir las ayudas estatales, incrementar los impuestos y aplicar duras políticas de austeridad.
Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en 2017, con la política de recortes ya en vigor, el número de argelinos que se han aventurado al mar se ha multiplicado hasta sumar el 6 por ciento del total, solo por detrás de sirios (15 %), marroquíes (9 %), nigerianos e iraquíes (ambos con un 7 %).
Un flujo que afecta a toda Europa, pero de manera particular a España e Italia.
Según estadísticas divulgadas por la prensa italiana, la llegada de argelinos a la isla de Cerdeña ha aumentado un 25 % este año en comparación con los doce meses precedentes.
La corriente es mayor hacia España, cuya costa se halla a apenas 200 kilómetros de Argelia.
Según cifras oficiales, la llegada de «harragas» argelinos a Andalucía y Murcia se ha disparado desde el 18 % de los inmigrantes irregulares en julio pasado al 25 % de septiembre, fecha en la que Argelia se situó en segunda posición, solo por detrás de Marruecos (27 %).
«No es un itinerario nuevo, existe desde hace casi una década», explica a Efe un agente de los servicios de Inteligencia europeos. «Lo novedoso es el repunte que se constata a lo largo del último año. Sí, la inestabilidad económica es un motivo, pero no el único. Hay otros», agrega.
Una situación similar se observa en Túnez, donde también parecen haber resucitado antiguas rutas que desde el sur del país desembocan en las islas italianas.
Según un informe del Foro Tunecino de los Derechos Económicos y Sociales (FTDES), fuerzas tunecinas impidieron entre enero y septiembre de este año que se embarcaran 1.652 personas (1.384 de ellas de nacionalidad tunecina), de las cuales 1.040 fueron arrestadas en los dos últimos meses.
Datos de la OIM corroboran esta tendencia, ya que la cifra de tunecinos llegados por mar de manera irregular a Italia fue de 2.700 personas entre enero y septiembre, de las cuales 1.400 llegaron este último mes.
Analistas locales y extranjeros vinculan el aumento de las salidas en Túnez y Argelia también a la mayor presión militar europea en Libia y al acuerdo secreto firmado en verano por Italia con algunas milicias para frenar el aluvión de inmigrantes.
El número de embarcaciones precarias ha descendido en un 80 por ciento desde el pasado agosto, aunque aún así las cifras son aún espeluznantes: según la OIM, cerca de 164.000 personas han cruzado el Mediterráneo de forma irregular en 2017 y más de 3.000 han dejado sus ilusiones en la frontera más mortífera del mundo.
 
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