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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Bannon se va -pero se queda-

El jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon

“Todavía tenemos un enorme movimiento y vamos a sacar algo de esta presidencia, pero la presidencia está acabada”, afirmó Bannon en el semanario neoconservador Weekly Standard.

Corría este viernes por las redes sociales, tras conocerse el cese del estratega de la Casa Blanca, Steve Bannon, una foto del Despacho Oval con Trump acompañado por las primeras figuras de su Administración: Priebus, Bannon, Flynn, Spicer y Pence. Todos ellos, salvo el vicepresidente, están ya fuera, como en una versión política de la novela de Agatha Christie, Diez Negritos.

La marcha de Steve Bannon, el cerebro ideológico de la Administración Trump, ha abierto tres narrativas completamente distintas para tratar de explicarla y sopesar sus causas y, sobre todo, consecuencias.

Pasemos por alto la narrativa oficial, la de los grandes medios que constituyen la fuerza de choque de la oposición a Trump, porque es una mezcla de mero alivio y regodeo por lo que viven como una victoria propia sobre la ‘bestia negra’, y la cansina advertencia de que la Casa Blanca sigue siendo un peligroso nido de fascistas.

Pero en el otro lado, en el campo de los trumpistas y compañeros de viaje, reina la más absoluta confusión.

Para unos, se trata de la prueba definitiva de que Trump se ha rendido, si es que alguna vez estuvo verdaderamente comprometido con su propio programa, y la ‘ciénaga’ de Washington ha triunfado. Todo lo que queda es el equipo ‘importado’ de lo que durante la campaña electoral era el gran enemigo a batir, la firma financiera multinacional Goldman Sachs.

Para otros, por el contrario, se trata de una jugada maestra que deja a Bannon manos libres para combatir contra los poderosos e incontables enemigos de Trump desde su atalaya de Breitbart, el portal de noticias del que ha vuelto a ser inmediatamente presidente.

Lo que hace especialmente confuso el asunto es que hay razones de cierto peso para cualquiera de las dos hipótesis, incluso procedentes del propio Bannon.

Por un lado, Bannon ha declarado al Weekly Standard que “la presidencia de Trump está acabada”.

“Todavía tenemos un enorme movimiento y vamos a sacar algo de esta presidencia, pero la presidencia está acabada”, afirmó Bannon en el semanario neoconservador.

Por otra parte, Joel B. Pollak, redactor jefe de Breitbart, reaccionaba a la noticia del cese de Bannon con una sola palabra en mayúsculas en su cuenta de Twitter: GUERRA. Si echan a Bannon, el proyecto por el que se luchó está muerto y Breitbart está en guerra… con la Casa Blanca.

Para un sector no despreciable del trumpismo, Trump se ha quitado la máscara populista, que no habría sido más que una herramienta para llegar al poder. Trump no era exactamente un desconocido antes de presentarse a las primarias republicanas, y para muchos tiene toda la lógica del mundo que se encuentre más ‘en su salsa’ rodeado de ejecutivos de Goldman Sachs que junto a un ideólogo nacionalista de fuerte personalidad que, para más ‘inri’, amenazaba con restarle protagonismo.

En el otro lado, Bannon asegura que va “a la guerra por Trump”.

“Si existe alguna confusión, déjenme aclararla”, ha dicho. “Dejo la Casa Blana y voy a la guerra por Trump contra sus oponentes… En el Capitolio, en los medios y en la América empresarial”.

Y también: “Ahora soy libre. Tengo en mis manos de nuevo mis armas. Alguien ha dicho “es Bannon el Bárbaro”. Definitivamente, voy a aplastar a la oposición. No me cabe duda. Constrí una j***a máquina en Breirbart. Y ahora vuelvo a ella, sabiendo lo que sé”.

Las dos interpretaciones no tienen por qué ser tan incompatibles como parecen a primera vista. Es evidente que Bannon tiene una visión clara de América por la que quiere luchar, y quizá se engaña pensando que Trump coincide con ella, o quizá simplemente piensa que la presidencia de Trump, acabada o no, es la oportunidad histórica, el punto de inflexión para cambiar las cosas en el sentido que pretende.

Lo que sí parece cierto es que la influencia del Bannon ermitaño en la Casa Blanca era ya desdeñable, y que el Bannon desatado y al timón de Breitbart puede ser un infierno para la oposición al trumpismo.

Como tuiteaba la periodista Laura Ingraham, “cuando he leído que echaban a Bannon a los leones, lo primero que he pensado es: ¡pobres leones!”

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