El régimen comunista chino ha dejado de comprar gas natural licuado a Estados Unidos e incrementará sus suministros procedentes de Rusia en plena guerra arancelaria con la Administración Trump. La decisión se produce tras la imposición de un nuevo gravamen del 15% por parte de Pekín a las importaciones de combustibles fósiles procedentes del país norteamericano, en respuesta a las medidas comerciales impulsadas desde Washington.
El conflicto comercial se reactivó a principios de febrero, cuando el gobierno chino introdujo el nuevo arancel. En ese momento, sólo dos buques estadounidenses de GNL estaban en ruta hacia puertos chinos. Según datos de la empresa de seguimiento marítimo Kpler, uno de ellos logró completar la entrega antes de que la medida entrara en vigor. El segundo, sin embargo, fue desviado hacia Bangladesh para evitar los nuevos costes aduaneros.
En paralelo, China ha intensificado sus lazos energéticos con Moscú. El año pasado, Rusia multiplicó por cuatro sus exportaciones de gas licuado a territorio chino en comparación con Estados Unidos, aprovechando la caída de precios que sufrió su producto tras la invasión a gran escala de Ucrania en 2022. Mientras Europa vetaba el gas ruso, China lo adquiría a precios muy por debajo de los que ofrecen otros proveedores internacionales.
Este giro estratégico por parte de Pekín no sólo responde a razones políticas, sino también económicas. El GNL estadounidense, redirigido en gran parte hacia Europa tras la ruptura energética con Moscú, ha pasado a tener precios mucho más elevados. Esto ha permitido a las empresas chinas hacerse con volúmenes de gas más asequibles procedentes del Kremlin, al tiempo que refuerzan su alianza comercial con Rusia.
La relación energética entre Estados Unidos y China ha tenido altibajos en los últimos años. Tras la firma de un acuerdo bilateral en enero de 2020 durante el mandato de Donald Trump, Beijing se comprometió a aumentar las compras de gas norteamericano. Sin embargo, ese incremento fue temporal. A partir de 2022, con la crisis energética europea, gran parte del GNL estadounidense se desvió hacia el Viejo Continente, reduciendo su peso en el mercado chino.
Según cifras oficiales de la Administración General de Aduanas de China, en 2023 el gas estadounidense representó únicamente el 3% del total de las importaciones chinas de gas natural, una cifra marginal en comparación con los niveles alcanzados antes del conflicto.
Los analistas apuntan a que esta tendencia podría consolidarse en el corto plazo, mientras se mantenga la tensión comercial entre ambas potencias y Rusia continúe vendiendo su gas a precios ventajosos. Con este movimiento, China no solo se aleja del mercado energético norteamericano, sino que refuerza su estrategia de diversificación de proveedores en un contexto global cada vez más polarizado.