Florida sigue en vilo el rumbo del huracán Dorian, que aún asuela las cercanas islas del norte de Bahamas, con la esperanza de que vire al norte cuanto antes, pues de ello depende que toque tierra, lo que significaría muchos más daños, o se mantenga en alta mar en paralelo a la costa del sureste de EE.UU.
Para su tranquilidad, la mayoría de los patrones de trayectoria lo sitúan alejado del litoral, aunque el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de EE.UU. asegura que también es posible que Dorian se mueva «muy cerca o sobre la costa», por lo que pide a la gente que no tome como cien por cien seguras las proyecciones.
El gobernador del estado, Ron DeSantis, dijo que el momento en el que el huracán vire de rumbo es «crítico» para las posibilidades de que impacte en la costa este de Florida el segundo ciclón más poderoso en el Atlántico desde que se tienen registros.
La buena noticia de este lunes es que la fuerza de los vientos de Dorian ha pasado a ser de categoría 4, un peldaño más abajo en la escala de Saffir-Simpson que en el que estaba cuando llegó a Bahamas el domingo 1 de septiembre.
Los residentes de la costa este de Florida deben permanecer «vigilantes», pues estará en todo caso muy cerca de la costa y el estado sufrirá su «impacto de una forma u otra», advirtió el gobernador.
«Esta noche tendremos una idea de su movimiento», agregó sobre un ciclón cada vez más cerca de Florida. Actualmente se encuentra a unas 105 millas (170 km) al este de la ciudad de West Palm Beach.
Dorian podría dejar un rastro de desolación en esta área, pues se espera que mantenga durante los próximos días vientos cercanos a los 240 km/h, un aumento del nivel del mar hasta de 2,1 metros sobre la marea habitual y acumulaciones de lluvia de hasta 25 centímetros.
La Guardia Nacional de Florida ha activado más de 4.000 efectivos de tierra y aire equipados con vehículos especiales para desplazarse en zonas inundadas, helicópteros, botes y generadores.
Su misión es participar en la distribución de ayuda humanitaria y en operaciones de seguridad, búsqueda y rescate, entre otras tareas, en caso de ser necesario.
Al menos en 14 condados de la costa este de Florida rigen desde este lunes órdenes de evacuación obligatoria o voluntaria para los habitantes de zonas bajas e inundables, quienes viven en casas móviles o en primera línea de costa, personas con necesidad de atención médica y las residentes en las llamadas «islas barrera».
Esas islas están situadas muy cerca del territorio continental de Florida como una barrera entre el mar abierto y la costa, como es el caso de Palm Beach, donde se encuentra el club privado Mar-a-Lago, propiedad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
DeSantis, quien habló este lunes con Trump, dijo que el presidente le ha prometido toda la ayuda necesaria para superar la posible catástrofe.
El aeropuerto internacional de Miami permanece activo, el de West Palm Beach y Fort Lauderdale fueron cerrados y el Orlando hará lo propio en la madrugada del martes.
En la web de los aeropuertos de Palm Beach y Fort Lauderdale se advierte al público de que sus instalaciones no son «refugios» y se les informa de que en caso de que deban abandonar sus viviendas deberían acudir a los lugares habilitados como tales.
Cinco puertos del estado han sido cerrados por el posible embate de las fuertes olas: Miami, Everglades, Fort Pierce, Palm Beach y Puerto Cañaveral, y se espera que en las próximas horas pudieran hacer lo propio los de Fernandina y Jacksonville, en el norte del estado, informó DeSantis.
El gobernador indicó en la misma conferencia de prensa que 72 hogares de ancianos fueron evacuados, al tiempo que varios hospitales situados en la misma costa este ya comenzaron o ultiman los planes para hacerlo.
Además, Walt Disney World anunció este lunes de que cierra sus parques temáticos de Orlando la tarde del martes para garantizar la seguridad de sus visitantes.
Mientras, la Casa Blanca informó de que Trump aprobó una declaración de emergencia para Georgia y Carolina del Sur para facilitar los preparativos de la llegada de Dorian, que podría estar frente a sus costas el próximo miércoles o jueves.
Dorian llegó a generar vientos máximos sostenidos de 295 km/h, lo que le sitúa como el segundo más poderoso en el Atlántico junto con el llamado «Labor Day» (1935), Gilbert (1988) y Wilma (2005) y solo superado por Allen, que en 1980 registró 305 km/hora.
Esa es la fuerza que han tenido que sufrir y siguen haciéndolo las islas más septentrionales del archipiélago de Bahamas, cuyo primer ministro, Hubert Minnis, dijo en su cuenta de Twitter que la «devastación no tiene precedentes» y ya se contabilizan las primeras víctimas mortales.
Según el último boletín del NHC, emitido a las 20.00 hora local (24.00 GMT), Dorian ha reducido ligeramente la intensidad de sus vientos a 220 km/h, lo que significa que ya no es de categoría 5, la máxima, sino de 4.
Sin embargo, se mantiene estacionario sobre el norte de la isla de Grand Bahama, por lo que no termina de alejarse y dejar de azotar con sus vientos la región norte del archipiélago.
Además de sufrir daños personales o materiales, lo que más teme un floridano cuando un huracán se presenta es quedarse sin electricidad, porque significa no comer caliente y no tener aire acondicionado, además de no poder ver la televisión ni usar otros aparatos electrónicos.
La compañía Florida Power and Light (FPL), una de las mayores de las que operan en el estado, tiene listos a más de 18.000 operarios, provenientes de 34 estados de EE.UU. y Canadá para ir restableciendo el servicio una vez que pase el huracán, según sus portavoces