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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El duelo Trump-Soros centra el interés en Davos

Trump llegó a Davos e hizo lo propio del personaje: revolucionar el gallinero y centrar la atención informativa.

Decía Adam Smith en ‘La riqueza de las naciones’ que un puñado de empresarios de un mismo sector no podían reunirse ni para tomar un café sin que, inevitablemente, acabaran poniéndose de acuerdo para fijar los precios. Imaginen lo que puede pasar cuando se reúnen durante días lo más granado del poder económico y político en un pueblecito suizo.
Davos, ya lo dije, es el Bilderberg sin conspiración, a cielo abierto, y cada año revisa la Vulgata de ideas y proyectos que las élites quieren imponernos. Es el DineyWorld del globalismo internacional.
Cambio climático, desaparición de fronteras, inmigración masiva, ‘integración’ europea y hasta ideología de género: no hace falta recordar lo que obsesiona a los asistentes a Davos porque ya nos aleccionan con ello a diario desde todos los grandes medios.
Uno podría comentar las reuniones del foro económico mundial comentando las declaraciones de los líderes que su propia oficina de prensa escoge. Por ejemplo, esta de la intervención de la canciller Angela Merkel: «Desde el Imperio Romano, desde la Muralla China, sabemos que encerrarnos en nosotros mismos no ayuda».
No sé quién le elige los ejemplos a la canciller, pero desde luego no parece ser un historiador. Quitando que ese «encerrarse» es un hombre de paja y ningún país o líder político defiende dejar de estar abierto al mundo, el Imperio Romano es un ejemplo de manual de lo que pasa cuando descuidas tus fronteras, y la Muralla China dejó de proteger al Celeste Imperio exactamente cuando fracasó en su función de detener a los bárbaros.
Si hubiera dicho: «Desde el Imperio Romano, desde la Muralla China, sabemos que descuidar las fronteras lleva al desastre», se hubiera acercado más a la realidad histórica.
Otro, Macron: «Quiero hacer de Francia un modelo en la lucha contra el Cambio Climático». Ya sabemos que el tan llevado y traído fenómeno es tan vago en sus consecuencias que cualquier situación serviría para proclamar la victoria en esa lucha o urgir a más drásticas medidas.
En cualquier caso, si disponen de un atlas universal, busquen Francia y compárenla con el resto del planeta. Si el CC es un fenómeno global, ¿puede una cosa tan pequeña alterar sustancialmente el resultado para todo el globo? Se ha comparado a menudo a Macron con Napoleón pero, aparte de ser igualmente bajito, solo sus ambiciones parecen asimilarle al corso.
Y acabamos con Trump: «América Primero no significa América en solitario». Sencillo, ¿verdad? Pues no hay manera de que se entienda.
Trump llegó a Davos e hizo lo propio del personaje: revolucionar el gallinero y centrar la atención informativa. Dado su breve pero intenso historial político, su llegada equivalía casi a un desembarco en territorio enemigo.
Estuvo en su línea en cuanto a las ideas expuestas, pero suave y dialogante para el personaje. Insistió en que su agenda ‘América Primero’ no significaba en absoluto que el país fuera a cerrarse al mundo, al contrario: «América está abierta a hacer negocios». Y añadió que su finalidad es perseguir la paz y la prosperidad.
Para hacer más deliciosa la escena, allí estaba su archienemigo, el financiero internacional George Soros, padrino del globalismo progresista mundial y perejil de todas las salsas, y su duelo al sol ha sido la comidilla de la edición de este año. No es para menos, que verles de partícipes en el mismo foro es como reunir bajo el mismo techo a James Bond y el Dr. No.
Soros no es muy de alusiones e indirectas, así que calificó directamente a la Administración Trump como «un peligro para el mundo», que es exactamente lo que muchos pensamos del financiero. Advirtió que el presidente americano quiere crear un «Estado mafioso» en Estados Unidos, y que si aún no lo ha logrado es por la fortaleza de la instituciones subyacentes del país.
¿Quizá se refiere a las agencias de espías que llevan poniéndole palos en las ruedas al presidente desde que juró el cargo? ¿A la conspiración de agentes del FBI y altos funcionarios del Departamento de Justicia que, como han revelado correos intervenidos, que se inició casi el día mismo de su victoria?
En cualquier caso, añadió tranquilizadoramente Soros, el trumpismo hay que verlo «como un fenómeno puramente temporal que desaparecerá en 2020, si no antes», pronosticando una victoria arrolladora de los demócratas en las elecciones de 2018. ¿Aceptas apuestas, Georgie?
 
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