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Acaba de publicar ‘El libro del clima’

El eterno regreso de Greta Thunberg: la culpa de todo es del hombre blanco

Ursula von der Leyen y Greta Thunberg. Mauro Bottaro/European Commissio / DPA

Greta Thunberg, la mesías climática, patrocinada por los beneficiarios del mismo sistema que simula criticar, publica un nuevo libro que llega a España con aire de déjà vú. En el texto señala el mal de todos los males que se repite desde hace años: el hombre blanco y heterosexual. No añade cristiano, pero se da por hecho, sobre todo si tenemos en cuenta que ahora los cristianos tradicionales son investigados por el FBI en Estados Unidos como terroristas de extrema derecha en potencia.

El libro del clima, que así se llama la obra, ocupa más de 400 páginas en las que se vierte todo tipo de tópicos ya analizados y desmontados en los últimos años. Ella aparece como autora única del libro pero es más bien la coordinadora. Decenas de autores colaboran. Éste es un párrafo destacado por otros medios, y ahora entenderán por qué: «La Revolución Industrial, impulsada por la esclavitud y la colonización, trajo una riqueza inimaginable al Norte Global y, en particular, a sus élites económicas. Esta extrema injusticia es la base sobre la que se construyen nuestras sociedades modernas».

Si se parte de esta premisa, se observa cómo Thunberg mete en el saco a justos por pecadores y omite a la verdadera potencia beneficiada por la primera Revolución Industrial y la iniciadora del imperialismo existente hasta nuestros días: Inglaterra. Por raza blanca —y éste es un muy problemático consenso mundial— se entiende, o se ha dado a entender, todos aquellos pueblos que habitan lo que se conoce como Occidente cuando, en realidad, se refiere a los pueblos noreuropeos de raza germánica no latina y de base religiosa protestante en sus vertientes anglicana y calvinista. No importa: aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se barre de un plumazo la herencia hispana de América y sus 300 años de mestizaje y desarrollo, y se hace creer lo contrario. Eso sí, blanqueando a su vez la acción de los verdaderos genocidas y esclavistas e intercambiando su historia con los verdaderos generadores civilizatorios.

Toda la obra gira en torno a la crisis medioambiental producida por el actual sistema económico global, aunque reconoce que ningún sistema ha tenido una verdadera conciencia climática (o al menos como ella entiende esa conciencia). El capitalismo es el problema —sin apellidos—, y los promotores de ese sistema han sido los blancos —sin apellidos—, ergo el problema es de los blancos.

Algunos autores hablan de la planificación económica como vía para salir de la actual crisis climática, aunque incluso Greta no lo ve como la solución final. ¿Coches eléctricos? Para quien se los pueda permitir. ¿Absorción de CO2 atmosférico? Para qué. ¿Energía nuclear? Ni se nos ocurra. Elaborar una crítica es más fácil que ofrecer una solución. Criticar y no proponer siempre es más cómodo. Que se encarguen otros, que para eso ella es doctor honoris causa por la Universidad de Helsinki.

Una de sus coautoras, la brasileña Sonja Guajarara, ha dejado por escrito algo para lo que hay que tener valor: las mujeres indígenas son el futuro de la humanidad porque ellas, y sólo ellas, son las únicas capaces de conservar los ecosistemas. ¿Qué subyace a todo esto? Volvamos al neolítico, es obvio que así no contaminaremos como antes. Ríanse pero esta gente lo dice en serio. La crítica a los blancos, el ecosocialismo, el indigenismo… nos lleva a eso. ¿Hablar de un tecnoneolítico en vez de un tecnofuturismo? Se sabe que esto es para la gran masa, los privilegiados de verdad no verán mermados sus privilegios ni su influencia. Para ejemplo de esto, la enmienda Ferrari. Greta, la mesías climática, es el nuevo flautista de Hamelín versión femenina para cumplir con la cuota de género.

A pesar de los errores de bulto, de los tópicos usados hasta el desgaste y del tufo moralista que desprende este compendio de artículos, las alabanzas no han faltado. Así se explaya The Guardian sobre la autora principal: “Greta Thunberg ya tiene asegurado su lugar en la historia como la Jeanne d’Arc (o Cassandra) de nuestro tiempo. Ha estado luchando heroicamente contra las fuerzas de la inacción y la negación climática desde que saltó al escenario mundial como una tímida colegiala de 15 años que «hacía huelga por el clima».

Greta Thunberg es la Juana de Arco woke. Esa Juana de Arco, católica, que luchó contra los ingleses (los de la Revolución Industrial y dominación colonial posterior sin igual) en favor de su rey. Greta, atea, que lucha contra los blancos en vez de señalar a los verdaderos privilegiados del sistema financiero actual. Las diferencias saltan a la vista, pero he aquí la más importante: a Greta la financian, pasean y promocionan los mismos contra los que ella dice luchar.

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