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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El sueño europeísta al descubierto gracias al expresidente Giorgio Napolitano

El ex jefe de Estado italiano expone descaradamente unos planes que, aunque evidentes, todavía requieren en la mayoría de los políticos europeos cierta prudencia en su exposición a los ciudadanos. 


«Ya hay una sola soberanía, la europea, ante la que responder», ha declarado el longevo ex presidente italiano, Giorgio Napolitano, en el programa de la RAI Che tempo fa. «No hay espacio para las soberanías nacionales».
Sorprende que exponga tan descaradamente el ex jefe de Estado italiano unos planes que, aunque evidentes, todavía requieren en la mayoría de los políticos europeos cierta prudencia en su exposición, por aquello de que nadie ha pedido permiso a los europeos para cambiarles de país ni es eso remotamente lo que firmaron al unirse a la Unión Europea, un mero club de Estados soberanos en origen.

No es que Napolitano haya sido nunca un idólatra de las urnas: los últimos cuatro primeros ministros antes de las pasadas elecciones -Mario Monti, Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni- los impuso sin hacerles pasar por el embarazos trámite de ganar en las urnas.
Precisamente es ese déficit democrático tanto en la propia Unión Europea como en la forma que tienen en Bruselas de hacer y deshacer gobiernos nacionales por vía indirecta lo que ha llevado a los italianos a votar masivamente en las pasadas elecciones por dos partidos -el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte- universalmente considerados como ‘populistas’, ajenos al consenso socialdemócrata de postguerra y euroescépticos.
Las veleidades antidemocráticas de este político que veló sus primeras armas en el Partido Comunista llevaron el año pasado a una demanda colectiva promovida contra él por empresarios, pensionistas  y dependientes de ayudas públicas acusándole de «usurpación de la soberanía popular porque en todos estos años nos han impedido votar. Nos han impuesto gobiernos técnicos que solo han provocado un sentimiento de desconfianza entre los electores que han perdido así el verdadero significado de la palabra democracia».
Las últimas declaraciones del ex presidente de la república vendrían así a confirmar que la reacción del electorado italiano no llega ni un minuto demasiado pronto, y que los planes de Bruselas son los mismos que denuncian los países de Visegrado, Austria y grupos de votantes cada vez más numerosos en toda la Unión Europea.
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