«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Elecciones en Colombia: El termómetro que medirá la temperatura presidencial

Las elecciones de este domingo son al Parlamento, pero serán claves para medir como un termómetro la intención de voto para la Presidencia de la República de Colombia.

En Colombia, como en tantos países de América, a diferencia de tantos países de Europa, el sistema es presidencialista. Eso quiere decir que se elige democráticamente al Presidente de una forma completamente independiente de cómo se elige al Parlamento.
En un sistema parlamentarista, el pueblo vota por partidos políticos y/o personas, que forman un Parlamento, y es el propio Parlamento el que vota internamente por quién formará gobierno como presidente o primer ministro de la nación, pero los ciudadanos no eligen directamente a su cabeza política.
En un sistema presidencialista, el pueblo vota en una fecha específica por los partidos y/o personas que conformarán el Parlamento o Congreso, y vota en otra fecha directamente por quién será el próximo Presidente. En el anterior hay una cierta combinación del poder legislativo y el ejecutivo, pero en el presidencialista están completamente separados, incluso en el sentido del sufragio, el poder ejecutivo del legislativo.

El 11 de marzo se elige el Congreso y eso es un termómetro

Este domingo los ciudadanos votan por la multitud de partidos políticos y movimientos que se presentan para ser Representantes a la Cámara y Senadores. Hay candidatos y partidos de derecha, de centro, de izquierda y de extrema izquierda, que llevan en campaña varios meses para disputarse qué grupos tendrán mayoría y controlarán el poder que redacta las leyes en Colombia. No es pequeño lo que se juega, nada más y nada menos que situar en el mando a quienes deciden las normas, reglas e imposiciones sobre todos los ciudadanos.
Pero Colombia se juega algo más que el poder legislativo. Estas elecciones marcan como un termómetro la temperatura política del país. Eso es porque dos meses después serán las elecciones a la Presidencia de la República. Y viendo qué líneas ideológicas triunfan en marzo en el Congreso, podremos prever qué líneas ideológicas en mayo determinarán, o al menos condicionarán, la decisión de la mayoría sobre quién debe ser la cabeza del Estado.
Adicionalmente, existe otra elección que se hace el mismo 11 de marzo, paralelamente a votar por Cámara y Senado. Es una “consulta popular” donde la gente podrá elegir quién debe ser el candidato que congregará y unirá a su alrededor a los líderes de la supuesta derecha política, a los líderes que se opusieron al acuerdo del gobierno con la banda marxista y narcoterrorista FARC. Ese será otro termómetro que nos ilustrará la conciencia que tiene el pueblo colombiano de aspirar a estar bien representados ante el peligro izquierdista del Socialismo del Siglo XXI y las falacias bolivarianas chavistas.

El peligro real que se avecina

Que Colombia se vuelva una segunda Venezuela es un peligro real en este momento. Todo no se juega en las elecciones parlamentarias, pero es una de las grandes batallas que hay que librar en este momento. El dinero de los narcoterroristas de las FARC se está moviendo en campaña para poner senadores y representantes en el poder, además de los cargos ya asegurados en el Congreso por el nefasto acuerdo de “paz” Santos-Farc, que le regala a los criminales representación gratuita parlamentaria, aunque ningún voto sacasen en sufragio. Esas curules regaladas por el presidente Santos más lo que obtengan vía elecciones, serán un bastión de la izquierda radical en el poder legislativo.
Sin embargo, las FARC sabe que aún más se juega en la carrera presidencial. Si ganara un candidato como Alejandro Ordoñez, quien ha asegurado su intención de echar para atrás todos los acuerdos de La Habana, los impunes terroristas recibirían un duro golpe que los dejaría por los suelos. En cambio, si consiguen poner a su verdadero candidato en el poder ejecutivo, Gustavo Petro, podrán hacer con Colombia lo que Chávez y Maduro han hecho con Venezuela. La dictadura velada del filocomunismo sería el látigo que asolaría a Colombia durante los próximos años.
Ojalá el pueblo colombiano tenga la madurez y la conciencia de saber elegir bien en el próximo sufragio y en el presidencial también.

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter