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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La ayuda exterior estadounidense, ¿instrumento para el control de población?

EL presidente de Estados Unidos, Donald Trump

Los programas de ayuda exterior norteamericana son ‘un arma para el control de población ocultada bajo la fachada de herramienta para combatir la pobreza’


A pocos se les escapa que existe un interés, de cariz evidentemente neomalthusiano, en reducir la población a nivel mundial. ‘Vox pópuli’ son las fundaciones del magnante George Soros, que impulsan los movimientos abortistas en ingentes países del mundo. Sin embargo, la cuestión estriba en si este control de población, además de por privados, es promovido a través de fondos de carácter público.
De acuerdo con Michael Hichborn, presidente de la Fundación Lepanto, la respuesta a este último interrogante es manifiestamente afirmativa. Así lo ha explicado, al menos, en una alocución pronunciada en la Conferencia Internacional sobre Control de la Población, a la que han asistido más de 1000 organizaciones y que se ha celebrado entre el 17 al 19 de octubre.
Durante su discurso, titulado ‘Ayuda Exterior como Motor del Control de la Población’, Hichborn se ha servido de datos procedentes de las propias agencias que demuestran que los programas de Gobierno de Estados Unidos ‘usan la ayuda externa y los trabajos de desarrollo como una caballo de Troya’. Así, de acuerdo con el presidente de la Fundación Lepanto, los programas de ayuda exterior norteamericana son ‘un arma para el control de población ocultada bajo la fachada de herramienta para combatir la pobreza’.
Le dices a la gente que la estás ayudando a salir de la pobreza, y en realidad usas el dinero como vehículo para expandir la contraconcepción y para reducir las tasas de fertilidad’, ha explicado Hichborn, quien ha reflexionado sobre un tema poco conocido.
En esta línea, ha hablado sobre el origen de la Agencia Internacional de Desarrollo (USAID), que fue creada a través del ‘Foreign Assistance Act’ en 1961. Una agencia que, desde el principio, ha tenido como uno de sus propósitos fundamentales el control de población, tal y como recoge Life Site News. ‘Hogaño, USAID es la más importante donante de contraconcepción en todo el mundo’, ha sentenciado el presidente de la Fundación Lepanto.

Un vínculo católico con USAID

A pesar de los más que probables tintes neomalthusianos de la USAID, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos colabora con aquella entidad regularmente. De esta manera, a través de su organización ‘Catholic Relief Services’ (CRS), solicitan cada cierto tiempo al Congreso que destine los impuestos de los contribuyentes católicos a la financiación de la USAID.
Desde 2010, ha asegurado Hichborn, tanto la Conferencia Episcopal norteamericana como la CRS han enviado epístolas al Congreso en demanda de financiación para USAID.
En este sentido, el presidente de la Fundación Lepanto se ha afanado en explicar cuáles son los motivos de la Iglesia norteamericana para secundar a agencias neomalthusianas: ‘Lo que ocurre es que la Conferencia Episcopal está influyendo en el Congreso para mantener importante financiación a la CRS y a USAID. Están esencialmente presionando para sus propias pagas’.

¿Qué dice la Iglesia sobre los procedimientos anticonceptivos?

Como ya hemos visto, la Conferencia Episcopal norteamericana apoyaría – de acuerdo con el presidente de la Fundación Lepanto – a una entidad pública que distribuye preservativos, como si de caramelos se tratase, en países del Tercer Mundo. Un apoyo que atenta directamente contra las enseñanzas de la Iglesia, cuya postura en temas de moral sexual es clara y distinta.
Lo fundamental es que la sexualidad debe ser vivida como una entrega amorosa total; entrega que sólo puede darse en el matrimonio. De esta manera, el acto sexual no es sino signo de la unión de los esposos.
En cualquier caso, no basta con que el acto se dé en el seno del matrimonio. Tal y como se establece en la encíclica de Pablo VI ‘Humanae Vitae’, el acto sexual debe estar, asimismo, abierto a la vida, es decir, que no ha de alterarse la potencial fertilidad del mismo. Por ello, la promoción de procedimientos anticonceptivos es, en verdad, una manifiesta incitación al pecado.

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