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Hasta hace poco, asociada a ideologías totalitarias

La imposición de la eugenesia en nombre de la Madre Tierra

El fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, junto a la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Europa Press

Las teorías maltusianas pisan fuerte de nuevo desde hace unos años bajo el paraguas del supuesto cambio climático antropogénico. Lo que hasta hace unos años eran postulados asociados a ideologías totalitarias como la nacional socialista alemana que supusieron la muerte de incontables personas, hoy se acepta cada vez más dentro de determinados círculos progresistas.

«Somos una plaga», «somos un virus para el planeta», «vivimos demasiadas personas» o «nos estamos cargando el mundo» son algunas de las frases que pueden leerse o escucharse cada vez más a menudo en determinados círculos y, especialmente, en los grandes medios de comunicación. La idea fuerza del clérigo anglicano Thomas Malthus del siglo XIX, considerado uno de los primeros demógrafos, fue que debía frenarse el crecimiento de la población del planeta pare evitar un consumo desmesurado de recursos. Hoy, en pleno siglo XXI, como argumentan falazmente muchos de corte progresista, esas ideas vuelven, pero envueltas en políticas climáticas y de control de población.

La promoción del aborto, incluso la eutanasia, es vista con buenos ojos por gran parte de los que se conocen como neomalthusianos. Camuflada bajo el eufemismo de salud reproductiva, es habitual verlo como una herramienta de control de población más que como un supuesto derecho de la mujer a elegir sobre su propio cuerpo.

El problema se da cuando esta praxis puede entenderse como científicamente recomendable para evitar la catástrofe climática, como así está ocurriendo. En vez de hablar de problemas de teorías económicas, de graves desigualdades económicas o de globalismo, se habla sólo del problema numérico. Ejemplo reciente de esto es una entrevista en El País a Miguel Beato, científico de 83 años y primer director del Centro de Regulación Genómica. Al ser preguntado sobre la evolución humana, responde esto: «Más bien estamos creando malos genomas porque permitimos que todo el mundo, con el defecto que sea, miopía o lo que sea, se reproduzca y tenga hijos. Para la evolución es clave que el que no esté bien preparado, casque y no tenga hijos. Si no, no hay evolución».

El debate no es si esto es cierto o no (es innegable que los organismos que mejor se adaptan son los que sobreviven), sino el verbo utilizado: permitir. Continúa: «En principio nos sale a ganar, con el peligro de que somos demasiados. O sea, lo peor que ha aportado la medicina a la Tierra es que somos demasiados humanos. Somos una plaga y nos estamos cargando el mundo. El mundo no se lo cargan las especies salvajes, lo hacemos nosotros con nuestras fábricas, nuestras ciudades, que son una monstruosidad total, la negación de la naturaleza, la contaminación. Es una cultura que puede llevar al fin del mundo de esta especie y está acercándose a eso. A largo plazo, salimos perdiendo».

Lo peor que ha aportado la medicina a la Tierra es que ha cumplido con su objetivo: sanar a los enfermos, mejorar la vida de los presentes y, en la medida de lo posible, alargarla lo más posible. Seguidamente, introduce el mensaje malthusiano: «Somos una plaga y nos estamos cargando el mundo». Y luego añade un alegato contra el decrecimiento al tildar de «monstruosidad total» las ciudades y las fábricas. Para terminar, mensaje fatalista como los que emite Greta Thunberg al referirse al cercano final de nuestra especie de continuar así. «Habría que controlar la natalidad y reducir el número de humanos», apostilla Beato a la consiguiente pregunta de la periodista.

Al leer este tipo de declaraciones en un medio generalista, es difícil no retrotraerse a los Estados Unidos del principio del siglo XX, años en los que la eugenesia era la teoría de moda. Por aquel entonces, la esterilización selectiva para la supuesta mejora de la carga genética era considerada un método para establecer un orden social deseable. La práctica duró hasta 1979, mucho más allá del propio régimen nazi alemán y eso que fueron los alemanes los que se inspiraron e imitaron esta práctica estadounidense con supuesta base científica.

Lo que el científico Beato ha respondido en las páginas de El País es un alegato a la eugenesia, no se sabe si voluntaria o involuntariamente. Lo que es un hecho es que esta práctica fue defendida por figuras como Sir Winston Churchill, H.G. Wells, el expresidente estadounidense Roosevelt y la fundadora de Planned Parenthood, Margaret Sander. Es más, en sus orígenes, este centro abortista se especializó en la reducción de población africana. Hoy, su práctica es considerada progresista y deseable. Hoy, la eugenesia en todas sus formas, ya sea para la mejora de la especie o como método de reducción poblacional, tiene mejor prensa gracias a la teoría del cambio climático antropogénico.

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