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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La Policía descarta el terrorismo en la masacre de Las Vegas

El ISIS ha reivindicado la autoría de la terrible masacre en un concierto de música ‘country’ en el Hotel Mandalay de Las Vegas, el peor tiroteo masivo de la historia de Estados Unidos, con 58 muertos por el momento y más de 500 heridos. 

No es probable. El Califato, cada vez más debilitado territorialmente en su base con la ofensiva de los ejércitos iraquí y sirio, se apunta, nunca mejor dicho, a un bombardeo, y ha tomado por costumbre reivindicar cualquier desgracia en Occidente de autoría dudosa o discutible. 
No es que, en este caso, la autoría se ponga ya en duda. Se trata de Stephen Paddock, de 64 años, domiciliado en una remota casa en pleno desierto en Mesquite, en el mismo estado de Nevada. Paddock fue una de las víctimas de su propia masacre, y aunque inicialmente se informó de que había sido abatido por la policía, las últimas declaraciones parecen indicar que se quitó él mismo la vida cuando los agentes entraron en la habitación desde la que disparó y en la que se hallaron numerosas armas. 
Para la policía se trata de un ‘lobo solitario’. En su caso, especialmente solitario, y sus motivaciones, todavía sin aclarar, no parecen hacer de esta matanza un caso de terrorismo. 
En su comunicado reivindicando la acción de Paddock, la agencia de noticias del ISIS asegura que Paddock se convirtió al islam «hace meses». No hay el menor indicio ni testimonio que pruebe que sea este el caso, y hay razones para pensar que el Califato intenta marcarse un tanto en su agonía, atribuyéndose el caso de alguien que no puede contradecirles. Paddock actuó solo. 
Paddock estaba jubilado y bajaba con alguna frecuencia a Las Vegas para gastarse algunos dólares en el casino o asistir a algún concierto, según sus parientes. Su familia asegura desconocer cuáles pudieron ser sus motivos para masacrar a casi sesenta desconocidos. «Estamos conmocionados y horrorizados», asegura el portavoz de la familia. «No tenemos absolutamente ni idea de cómo pudo Steve hacer algo así. Absolutamente ni noción. No había nada en él misterioso o secreto». 
Naturalmente, el asombro de sus familiares y el absoluto misterio sobre sus motivaciones han disparado las especulaciones más enloquecidas en redes sociales, y cada grupo intenta acercar el ascua a su sardina. Hillary Clinton, cómo no, ha aprovechado para volver a señalar con el dedo la responsabilidad que, en su opinión, tiene en estas matanzas la Asociación Americana del Rifle (NRA), un potente lobby en defensa de la Segunda Enmienda, el derecho a portar armas. 
La policía, que sigue investigando exhaustivamente los antecendentes del criminal, asegura que no ha encontrado el menor indicio que pueda hacer pensar en una motivación ideológica o religiosa. 
Y así la ha entendido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al lamentar la masacre, calificándola de «un acto de pura maldad». 
 
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