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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las empresas que se opongan al aborto no recibirán ayudas en Canadá

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau

El Gobierno de Canadá lleva años inmerso en una campaña de acoso contra todos los que discrepan del pensamiento dominante


La extendida idea de que vivimos en una época tolerante y respetuosa con todas las opiniones y cosmovisiones no es sino una fantasía. No en vano, en ingentes países occidentales se están promulgando leyes que cercenan la libertad de expresión – incluso de pensamiento – de aquellas personas e instituciones que no comulgan con la postura de las élites en cuestiones relacionados con la ideología de género, el aborto o el multiculturalismo.
Uno de los países que mejor ejemplifica esta realidad es Canadá, cuyo Gobierno, encabezado por el liberal Justin Trudeau, lleva años inmerso en una campaña de acoso a discrepantes. Una campaña con un espíritu despótico que queda bien retratado con la última las medidas del Ejecutivo: negar las ayudas para contratar a becarios a todas aquellas empresas que no manifiesten su conformidad con los denominados ‘derechos LGTB’ y con el aborto.
El nuevo criterio, que se hace público este 19 de diciembre, reza así: ‘Para recibir la subvención, los solicitantes deberán certificar que: tanto el trabajo como la empresa respetan los derechos humanos, lo que incluye los valores fundamentales de la Carta de Derechos y Libertades canadiense. Ésta incluye los derechos reproductivos (aborto, claro), y el derecho a no ser discriminado por razones de sexo, religión, raza, origen nacional o étnico, color, discapacidad física o mental, orientación sexual o identidad o expresión de género’.
La nueva disposición del Gobierno de Trudeau ha sido cáusticamente criticada por la oposición en el país. Así, el diputado conservador Brad Trost ha denunciado su tiránico cariz a través de su cuenta de Twitter: ‘En términos prácticos, esto significa que tienes que tener la misma postura que el Partido Liberal sobre el aborto, el matrimonio homosexual, los derechos de los transexuales, o no podrás optar a este programa’.
En esta línea, Trost se ha mostrado convencido de que la medida está encaminada a perjudicar a las organizaciones religiosas: ‘El nuevo criterio excluye automáticamente a todas las organizaciones religiosas tradicionales que creen en los valores de la vida humana y la moral sexual. Ello incluye a millones y millones de canadienses’.

Las medidas de Trudeau

El primer ministro canadiense, a quien la mayor parte de los medios de comunicación loan cada vez que encuentran ocasión para ello, emprendió una campaña contra la familia y la dignidad humana ya en los albores de su mandato. De esta manera, ha impulsado ingentes iniciativas legislativas y políticas orientadas a tornar Canadá en el país más progresista posible.
Por ejemplo, en marzo de 2016 el Gobierno de Trudeau donó más de ochenta millones de euros al Fondo de Población de la ONU – institución de carácter inequívocamente neomalthusiano – para promover el aborto y los métodos anticonceptivos en los países en vías de desarrollo.
Ese mismo mes el Partido Liberal de Trudeau, junto con los verdes y el NDP, votó en el Parlamento a favor de eliminar la Oficina de Libertad Religiosa, una institución que desempeñaba un papel fundamental en la sociedad canadiense y que habría constituido un óbice para la posterior aprobación de las leyes LGTB.
El pasado mes de marzo, el mandatario canadiense anunció que su país gastaría en los siguientes tres años 650 millones de dólares para aumentar el acceso al aborto en los países del Tercer Mundo. Un anuncio que fue reiteradamente criticado por las asociaciones provida norteamericanas, disgustadas por el hecho de que Trudeau se esté afanando en convertir la promoción del aborto en una de las señas de identidad de Canadá.

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