En el mundo hay mucha sed. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el sexto punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable salubre y dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón».
Acabar con la falta de agua, o con el agua mal distribuida, por tanto, es el sexto de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy.
La ONU trata de justificar este objetivo apuntando a que «la higiene de manos salva vidas». «Alcanzar la cobertura universal para 2030 requerirá un aumento sustancial de los actuales índices de progreso mundiales: seis veces para el agua potable, cinco para el saneamiento y tres para la higiene», explica el Informe de la Agenda 2030. Una necesidad que pretende ser resuelta con el intervencionismo sobre los Estados. Una necesidad que implica una agenda ideológica, obligaciones concretas e indigenismos.
Las mismas cifras de la Agenda 2030 reconocen la lotería de este delirio. Acabar con la sed en el mundo es un objetivo necesario, sin duda, pero las respuestas que propone la ONU huyen de la realidad. Señalan a la luna pero ellos mismo se fijan en su propio dedo: «Limitar el calentamiento global a 1,5 °C, en lugar de 2 °C, reduciría a la mitad, aproximadamente, la proporción de la población mundial que previsiblemente sufrirá escasez de agua, aunque existe una considerable variabilidad entre las regiones». Olé. La «variabilidad de las regiones» de la que habla la ONU es, en el fondo, la arbitrariedad que decida la Agenda 2030.
En esta misma línea, la ONU se muestra «deeply concerned» por la incidencia de la contaminación en el agua: «En muchos países, la contaminación del agua plantea un considerable desafío para el medioambiente». Jaque mate. El sexto ODS no sólo quiere agua para todo el mundo, sino que pretende acabar con la contaminación en el orbe, como poco.
A través de unas «estrategias clave», la Agenda 2030 pretende «aumentar la inversión y la capacitación en todo el sector, promover la innovación y la acción a partir de pruebas, mejorar la coordinación y la cooperación intersectorial entre todas las partes interesadas y adoptar un enfoque más integrado y holístico de la gestión del agua». El enfoque holístico, ay, incluye «poner fin a la defecación al aire libre». Para esto necesitábamos la ONU: para no cagar por las aceras.