«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los talibanes rechazan la oferta de paz lanzada por el Gobierno afgano

El presidente afgano, Ashraf Gani, ofreció el pasado 28 de febrero una propuesta con varios puntos entre los que figuran el reconocimiento como formación política de los talibanes.


Los talibanes rechazaron la propuesta de diálogo lanzada a finales de febrero por el Gobierno afgano en un mensaje en el que calificaron la iniciativa «de esfuerzo por engañar y conspiración», y en el que anunciaron una nueva ofensiva de primavera.
Tras varios meses de mensajes «no oficiales» y un ambiguo silencio, los talibanes indicaron en un comunicado que los esfuerzos del Gobierno no son más que «una conspiración orquestada por los ocupantes extranjeros para debilitar, aplastar y eventualmente pacificar la resistencia legítima afgana y no para acabar con la guerra».
El presidente afgano, Ashraf Gani, ofreció el pasado 28 de febrero una propuesta con varios puntos entre los que figuran el reconocimiento como formación política de los talibanes, la apertura de una oficina, la expedición de pasaportes y la facilitación de la reubicación de sus familias y la liberación de presos.
La propuesta, realizada en el contexto del diálogo de Kabul, fue la más ambiciosa presentada hasta ahora por el Gobierno, y a diferencia que en el pasado, cuando los talibanes rechazaron de manera inmediata otras propuestas con el mismo objetivo, en esta ocasión han mantenido una posición ambigua.
Hoy los talibanes, que en enero ofrecieron un diálogo al Gobierno de Estados Unidos, acusaron a Washington de «no tener intenciones serias ni sinceras de acabar con la guerra».
«Quieren intensificar y prolongarla (la guerra) enterrando a Afganistán y a toda la región en sus llamas, y así asegurándose la influencia e interferencia en el futuro», dijeron.
Los talibanes anunciaron además su habitual ofensiva de primavera prometiendo que continuarán sus ataques contra las fuerzas afganas y extranjeras, colocando como objetivo prioritario a los «invasores estadounidenses y sus agentes de inteligencia», y después con sus «partidarios internos».
Afganistán atraviesa un periodo de gran violencia desde el 1 de enero de 2015, cuando la OTAN finalizó su misión militar en el país, si bien este año Estados Unidos aumentó hasta 14.000 los efectivos desplegados en el país, gran parte integrados dentro de la misión de capacitación y adiestramiento a las fuerzas afganas de la Alianza Atlántica.
Durante los últimos dos años, ni el Gobierno, que controla alrededor de un 57 % del territorio del país ni los talibanes, que mantienen bajo su poder alrededor del 11 %, han visto progresos en sus objetivos en medio de un conflicto que el año pasado le costó la vida a casi 3.500 civiles.

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