«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

'Maduro prefiere matar de hambre a los ciudadanos antes que admitir su fracaso'

La situación económica de Argentina tras la llegada de Macri, la evolución del conflicto en Venezuela y la visión internacional de España y Podemos en las instituciones.


Augusto Ardiles es un argentino enamorado de España. «Aquí me siento como en casa», afirma mientras habla de los logros económicos del Gobierno de Mauricio Macri. Como secretario de Finanzas de las juventudes del PRO, el partido del presidente, alerta a los españoles acerca de las consecuencias que acarrearía la llegada de un partido como Podemos a las instituciones: «Deben entender lo que ocurrió en Venezuela o Argentina, dónde estábamos y dónde estamos ahora«, sentencia.

«Culturalmente, españoles y argentinos tenemos muchas cosas en común: una misma identidad que después se fue distanciando, pero cuyos lazos siguen siendo fuertes», afirma Ardiles, que espera que en cuatro años Argentina recupere a nivel internacional su posición perdida durante el kirchnerismo.
– Los años en el poder de Cristina Fernández tuvieron más luces que claros… ¿Qué Argentina encontró Macri en su llegada al Gobierno?
Cuando nosotros comenzamos a trabajar, el país estaba completamente desestabilizado: teníamos índices no creíbles, tres tipos de cambio y estadísticas deficientes en todos los niveles. Anibal Fernández, asesor de Cristina, aseguró que en Argentina había menos pobres que en Alemania, lo cual no sólo es falso, sino una tontería. Un 30% de la población es pobre hoy en Argentina.
– ¿Es un porcentaje alto en comparación con el resto de países de Hispanoamérica?
Hay estados en el continente con un mayor porcentaje de pobres, pero el índice es similar al de Brasil. Nosotros queremos que esta cantidad disminuya progresivamente en los próximos meses y es uno de los ámbitos en los que se están centrando nuestras políticas.
– ¿Hacia dónde van las políticas de Macri?
Uno de nuestros primeros objetivos era facilitar el acceso a la vivienda a los más jóvenes, pues las políticas kirchneristas habían impedido grandes avances en este sentido. Otro frente importante es la libertad comercial, permitir que los empresarios vengan al país y que los locales puedan exportar sus productos con facilidad.
El gran problema de estos años es que, en parte por culpa del Ejecutivo de Cristina Fernández, el sector empresarial había comenzado a especular con los activos de todos los argentinos. Una situación que se repite, a mayor escala, hoy en día en Venezuela.
– ¿Pueden hoy los jóvenes comprar una casa? 
Por el momento hemos logrado regular la unidad de valor adquisitivo y reglamentado los nuevos créditos hipotecarios a 20 años. En la ciudad de Buenos Aires, el alquiler de un apartamento de dos o tres habitaciones está en torno a los 13.000 pesos al mes y las cuotas hipotecarias rondan esta cantidad.
– ¿Se ha producido un despegue de la construcción?
El nuevo plan de obra pública está construyendo autopistas, aeropuertos y nuevos alcantarillados. Quizás en Europa suenen un poco extrañas algunas de nuestras inversiones, pero responden a problemas reales de las principales ciudades, incluida Buenos Aires. Argentina ha vivido los últimos años en un escenario corrupto y hay numerosos ejemplos: la licitación de una autovía al sur del país ha sido aprobada por 2.500 euros menos que la prevista en el contrato kirchnerista. ¿A dónde iba a parar ese dinero?
– En España los casos de corrupción se suceden a diario e incluso el presidente del Gobierno ha sido llamado a declarar. ¿Hay muchos políticos juzgados por la Justicia argentina?
Sí, pero hay que tener cautela y confiar en la labor de los jueces.
– Argentina y Venezuela cuentan con semejanzas… Pero, ¿podría haber llegado el Gobierno de Cristina Fernández a los extremos de Maduro?
El ejemplo de Venezuela en la región es real. Nosotros también contábamos con un cepo cambiario, aunque allí está a un dólar por 13.000 bolívares. Argentina caminaba hacia un modelo económico bolivariano en el que lo único que se distribuye es pobreza. No existían los proyectos a medio plazo ni ninguna previsión más allá del día a día.
En este sentido hay que reconocer que los argentinos, tras la anterior crisis económica, pensaban que todo iba a salir bien. Después del corralito, el país logró salir del cepo, abonó los fondos buitres y consiguió que el resto del mundo volviera a apostar por nosotros.
– ¿Cómo se afronta el problema de la inflación?
El objetivo es alcanzar los niveles de inflación de 2009. Para este año está fijado en torno al 10% y en 2019 las previsiones indican que rondará el 5%. La recuperación económica se basa en la inversión y debemos reducir la inflación para lograr que los empresarios vuelvan al país. No buscamos -como hacen los gobiernos populistas de la región- crear mercados, sino que creemos que todo el mundo tiene un hueco.
– El sector aéreo se convirtió en un caballo de batalla con la oposición. ¿Qué ocurrió?
Procedimos a su desregulación, pues Aerolíneas Argentinas no contaba con rutas disponibles a todo el país y sus datos económicos no eran buenos. Hemos abierto el sector a las compañías low cost y ya tenemos varias operando en el país.
– ¿Cuándo serán palpables los cambios en Argentina?
Ya lo están siendo. Doce años de malas políticas no se solucionan en 12 meses, pero en este año hemos avanzado mucho.
– La crisis económica afectó a las familias…
Sí, y lo hemos notado especialmente en la crisis educativa que sufre el país.
– ¿Cómo es la relación con la oposición? ¿Resulta difícil sacar adelante las iniciativas?
No contamos con mayoría en la Cámara de los diputados ni en la de senadores. Eso nos obliga a tener que pactar, que tiene muchas cosas buenas, pero también a que muchas leyes necesarias sean rechazas por fines meramente electorales. Contamos con un sector peronista que entiende que hay que buscar puntos en común para salir adelante.
– La situación en Venezuela es dramática…
Observamos con mucha preocupación lo que está ocurriendo en Venezuela. Amigos en el país me cuentan la situación que se vive en las calles, la falta de alimentos o medicamentos. La última vez que me encontré con un amigo venezolano me despidió con el rostro serio, él mismo había sido agredido por la Policía chavista semanas antes. Tan sólo unos días después fue encerrado en el Parlamento junto al resto de opositores.
El gran problema de Maduro es que prefiere que la población pase hambre a admitir el fracaso de un modelo económico. Los venezolanos quieren libertad y un país fuerte, nada más. Hay una frase que se suele aplicar a Argentina pero que también vale para esta situación: ‘Hay hambre no por falta de comida, sino porque sobró moralidad en muchos gobiernos que prefirieron llenarse los bolsillos’. 
– El propio Maduro esgrime el argumento social para mantenerse en el poder. ¿Por qué?
Allí el sentimiento de cambio es palpable. En la última votación acudieron a las urnas siete millones y medio de ciudadanos, a pesar de que sólo se habitaron pequeños puntos de votación. Incluso el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, instó al dirigente venezolano a buscar una solución pacífica a la situación.
– ¿Qué ocurriría en unas elecciones generales?
La posición del Gobierno chavista es mantener el poder caiga quien caiga. Macri pidió en el G20 que el mundo prestara atención a Venezuela para buscar una solución amigable, pero no parece posible que haya una votación pronto.
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