El Primer Ministro, Viktor Orbán, ha devuelto al país a un escenario de crecimiento económico y estabilidad política.
El paro se ha situado en Hungría en el 3,8%, un mínimo histórico, tras 66 meses consecutivos descendiendo, según los datos del cuarto trimestre de 2017 publicados a principios de este mes por la Oficina Central de Estadística.
Gran parte del crecimiento del empleo -en 2010, bajo el Gobierno socialista, la tasa de desempleo era del 11,8%- proviene del sector privado. Además, la tasa de desempleo en menores de 25 años ha disminuido también al 10,2% por el programa de Garantía Juvenil.
El Ejecutivo liderado por Viktor Orbán ha ampliado los planes de formación profesional, ha aumentado el salario mínimo significativamente y ha reducido los impuestos en los últimos años. Según defienden fuentes gubernamentales, estas medidas han contribuido a mejorar la eficiencia y la competitividad del mercado laboral. «Hemos conseguido colocar nuestra economía en un camino de crecimiento, reducir y eliminar el desempleo, proveer trabajos para todos, y apoyar a las familias como una prioridad particular», dijo el propio Orbán el pasado mes de noviembre tras ser reelegido como presidente de Fidesz.
El Primer Ministro ha devuelto al país a un escenario de crecimiento económico y estabilidad política con una manera de gobernar basada en la defensa de la supremacía de la ley y el combate del relativismo. Asimismo, su defensa de la herencia y las raíces cristianas le han convertido en el líder europeo contra las élites globalistas.
En este sentido, cabe recordar que Orbán no ha ahorrado en críticas a las instituciones comunitarias. Su Ejecutivo considera que la acogida de refugiados decidida por la UE pone en peligro el carácter magiar de Hungría, los propios cimientos de la sociedad libre y de la identidad europea.
Y ha prometido seguir dando la batalla: «no podemos rendirnos ante la extorsión. Para nosotros, Hungría es lo primero. Lucharemos contra quienes quieran cambiar la identidad cristiana de Hungría y Europa», aseveró el pasado día 7 tras las declaraciones del primer ministro belga, Charles Michel, en las que aseguraba que ya han dado un ultimátum a los países de Visegrado -Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia- que rechazan dar la bienvenida a los inmigrantes y que si no hay consenso «usarán mayorías calificadas para decidir sin ellos» sobre las cuotas de refugiados.
Todo ello le lleva a ser el favorito para ganar las elecciones legislativas del próximo mes de abril con un resultado superior al 40% y frente a una oposición muy dividida y debilitada.
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