La Administración Trump ha ordenado a la empresa petrolera Global Oil Terminals que abandone Venezuela, en una nueva maniobra para presionar al régimen de Nicolás Maduro. La compañía, propiedad del empresario estadounidense Harry Sargeant III, se convierte así en la segunda firma con sede en Estados Unidos que pierde el permiso para operar en el país sudamericano, tras una decisión similar que afectó a Chevron semanas atrás.
Sargeant, un conocido financiador del Partido Republicano y figura cercana a Donald Trump, había obtenido en mayo de 2024 una licencia que le permitió establecer una relación comercial directa con la industria energética venezolana. Desde entonces, su empresa había estado transportando crudo pesado desde el occidente del país, parte del cual era utilizado en proyectos de infraestructura vial en Estados Unidos.
El Departamento del Tesoro notificó a Global Oil la revocación de sus tres autorizaciones en Venezuela a través de una carta oficial, a la que tuvo acceso The Wall Street Journal. En el documento se exige que todos los pagos pendientes a entidades venezolanas sean completados antes del próximo miércoles. El breve margen de tiempo sugiere una retirada inmediata. Según el propio Sargeant, que intercambió mensajes con el citado medio, la orden no deja espacio para una salida gradual.
Sargeant ha desempeñado un papel activo en los intentos por restablecer algún tipo de entendimiento entre Caracas y Washington. Frecuenta el club Mar-a-Lago —propiedad de Trump— y ha viajado en varias ocasiones a la capital venezolana para explorar vías de cooperación económica. Sus gestiones habían permitido mantener ciertos flujos comerciales con un país que, pese a su inestabilidad, posee las mayores reservas probadas de petróleo y gas del mundo.
Sin embargo, el nuevo enfoque del gobierno de Trump marca un giro más agresivo. Impulsado por el ala dura de su equipo de política exterior, encabezada por el secretario de Estado Marco Rubio, la estrategia busca aislar completamente al régimen venezolano. Desde esta línea ideológica se desconfía profundamente de cualquier acercamiento económico que no implique una presión directa sobre Maduro.
Mientras tanto, las voces dentro del sector energético estadounidense advierten de las posibles consecuencias estratégicas. La retirada de empresas norteamericanas, sostienen, podría abrirle aún más espacio a actores como China, dispuestos a llenar el vacío dejado por Occidente en el sector petrolero venezolano. Sin embargo, estos argumentos no parecen haber influido en el giro de la política exterior del presidente.
Donald Trump ha reiterado en los últimos meses sus críticas al régimen chavista, responsabilizándolo de frenar la repatriación de migrantes venezolanos. En la última década, más de nueve millones de ciudadanos han abandonado Venezuela, huyendo de la crisis económica y la represión política. El cierre de puertas para empresas estadounidenses parece ahora formar parte de una estrategia más amplia de presión total.