Allí donde Feijoo reaccinó ante la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso que su partido interpuso contra la ley del aborto en 2010 se encuentra la única verdad tras el presunto proyecto del Partido Popular: teatro para alcanzar el poder. No es baladí, pues, el sitio –hay que agradecer semejante coincidencia–: la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid.
Es una pena que en esa institución perteneciente a los dominios de una de las actrices aventajadas del PP, la señora Ayuso, experta en decir y hacer exactamente lo contrario, no se enseñe el arte de la interpretación. De ser así, la escuela, que acogió a quien confunde deliberadamente y hace confundir la moderación con la ausencia de convicciones y el pluralismo con la homogeneidad, agradecida, debería poner una placa en su honor que diga, con toda la pompa y circunstancia que lo requiere: «Aquí tuvo lugar uno de los más burdos actos de la interpretación: hacer pasar por moderación la mera traición».
Bien haría el poeta y portavoz del PP en recordarle a su presidente el Canto XI, Inferno, de la Comedia de Dante:
El engaño, que roe las conciencias,
puede ejercerse contra el que confía
o contra el que no abriga confianza.
Este último modo rompe el vínculo
de amor que ejerce la naturaleza;
por eso pueblan el segundo círculo
lisonjeros, hipócritas, falsarios,
hechiceros, ladrones, simoníacos,
rufianes, barateros y otra purria.
El otro modo de engañar quebranta
el amor natural y aquel afecto
que se nutre de fe y de confianza,
y en ese círculo menor del punto
del universo en que se encuentra Dite, los traidores padecen fuego eterno.