'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
El 10 de noviembre de 2014
Por Enrique Domínguez Martínez Campos
14 de noviembre de 2014

A pesar de todos los Tribunales Constitucionales habidos y por haber; a pesar de la supuesta seguridad del señor presidente del Gobierno; a pesar de los informes no vinculantes del Consejo de Estado; a pesar de la patética actuación política de “peperos” y socialistas en Cataluña; en fin, a pesar de todos los pesares, el presidente de la Generalidad, su gobierno, sus seguidores, la ANC, el de la sandalia, los comunistas, los verdes, los marrones, los medios subvencionados, la mayoría de los Ayuntamientos, y cientos de miles de catalanes, siguen diciendo a sólo cuatro días de la famosa consulta popular sobre sus deseos de secesión, que la van a realizar porque, por encima de todo, aquí lo único que cuenta son los sentimientos de quienes están empeñados en llevarla a cabo.

¿Se imagina algún español sensato –y gracias a Dios todavía quedan de esa especie en nuestro país- que esto se planteara en los mismos términos en un país cualquiera civilizado de nuestro entorno con una legislación como la nuestra? Ninguno de ellos hubiera esperado hasta el último minuto –como ha hecho el gobierno del señor Rajoy- para plantar cara a quien se hubiera atrevido a desafiar al gobierno de la Nación. Si no hubieran tenido un Código Penal actualizado, lo hubieran hecho en cuatro días. Y con él en la mano, hubieran procesado al insensato y sus acólitos que abiertamente se enfrentaran a la Nación entera.

¿Cómo es posible que sólo cuatro días antes del 9-N de 2014, el señor ministro del Interior haya salido en la televisión diciendo que “espera que los mossos actúen de acuerdo con la Ley”? ¿Cómo es posible que no se sepa qué va a hacer el gobierno español el 9-N si en un ayuntamiento, en un colegio público o en una esquina de cualquier calle, se organiza una cola para votar en una urna de cartón? ¿Pero es que es necesario que en el mundo entero se vean imágenes de que en una región española, sus líderes políticos –máximos representantes del Estado en ella- y el pueblo narcotizado al que tienen engañado, voten cuando no pueden hacerlo de ninguna manera? ¿Qué clase de confianza pueden engendrar semejantes imágenes en el exterior acerca de la credibilidad de la legalidad en nuestro país? ¿Es natural en España que unos cuantos cientos de miles de personas, a pesar de lo que determine la Ley, se cisquen en ella porque les sale de sus partes blandas?

Los buenistas, los relativistas, los que se la cogen con papel de fumar, los que asegura que “el hijo político” de Pujol no ha hecho nada que pueda serle achacado como delito, ¿están convencidos de que es así? Porque hay juristas tan buenos o más que ellos, que piensan todo lo contrario. Un individuo que pone en riesgo gravísimo la unidad de España, que azuza a sus seguidores a hacerlo, que les anima a votar una y otra vez, y que no asume de ninguna forma las resoluciones judiciales, ¿qué hay que hacer con él y con cien más como él?

El gobierno de centro-izquierda del señor Rajoy ha tenido tiempo más que suficiente para haber reaccionado con la dureza necesaria frente a este desafío –yo más bien pienso en una actitud chulesca- de quien debiera estar obligado a dar ejemplo en el cumplimiento de su misión constitucional. Resulta cuando menos vergonzosa la pusilanimidad de quien, de verdad, se supone que debiera ostentar el poder.

El señor Rajoy y su gobierno han tenido ocasiones y medios más que suficientes para haber frenado en seco este sarcasmo y esta actitud intolerable, política y legalmente, de quien está disfrutando, riéndose de millones de españoles que asistimos avergonzados y desmoralizados a este espectáculo denigrante para España. Y a sólo cuatro días de este bochornoso espectáculo, el líder supremo de Cataluña, el nacionalseparatista Arturo Mas, se burla aún más cuando propone públicamente que al día siguiente de su actuación teatral se dirigirá por carta al señor Rajoy para ofrecerle “diálogo”.

Por tanto, el día 10 de noviembre seguirá la fiesta. Y así hasta el infinito. Hasta que los nacionalseparatistas ganen otra batalla más, y otra, y otra… porque hay que ser buenos, dialogantes, y pasar por el aro y soportar humillación tras humillación. O chanchullos políticos a espaldas del pueblo español.

 

¿De verdad es esto un Estado democrático de derecho?

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