«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.
Rafael L. Bardají (Badajoz, 1959) es especialista en política internacional, seguridad y defensa. Asesor de tres ministros de Defensa y la OTAN, en la actualidad es director de la consultora World Wide Strategy.

2022: algo que recordar

5 de enero de 2023

Ahora que se ha ido no es mal ejercicio resaltar todo aquello que ha ocurrido en el 2022 de cierta importancia y que nos seguirá afectando en este 2023e que empieza.

En primer lugar, la guerra de Ucrania. Iniciada en febrero con la invasión rusa desde el este y el norte del país y que, contra todo pronóstico, sigue empantanada, con ambos contendientes directos queriendo ganarla, pero sin capacidad para lograrlo ninguno de los dos. Putin se juega su futuro; Zelenski, la unidad de su país; Estados Unidos, unos cien mil millones en ayudas directas; y la UE, su visión estratégica, dejada al desnudo por la calamitosa política de transición ecológica que nos ha llevado a depender de todo el mundo a precios abusivos. Aunque un acuerdo es inevitable, la guerra seguirá todavía un tiempo.

En segundo lugar, el ascenso a emperador de la China comunista de Xi Jinping, sostenido inusualmente en el poder y bien dispuesto a echarle un pulso global a la América de Biden y a Europa. No sólo se ha alineado con Putin, sino que con su penetración en zonas como el Oriente Medio sigue ganando influencia en lo que ha sido, hasta ahora, el patio trasero de Occidente. Firma un acuerdo militar con Irán, a la vez que negocia también la venta de armas a Arabia Saudí. Es más, se permite anunciar que bajo su mandato Taiwán volverá a ser parte de la China continental, desafiando a Japón y Estados Unidos al mismo tiempo.

El coco está llegando y lo vamos a sufrir casi todos, con la excepción de los dirigentes políticos y los globalistas financieros

En tercer lugar, la evidencia de una Norteamérica ensimismada y profundamente dividida. Las elecciones del medio mandato no fueron el vuelco a favor de los republícanos que se auguraba, aunque la Administración Biden se encuentre ahora más limitada en lo que puede llevar a cabo. La división que estamos viendo esa semana en las filas del republicanismo, entre su establishment y los más radicales no deja de ser la manifestación de una sociedad no sólo dividida en dos campos, sino fragmentada dentro de cada lado también. Guste o no, bajo demócratas o republicanos, la América que viene estará menos interesada en el resto del mundo y buscará desentenderse cuanto pueda de los problemas que afecten a otras regiones lo que llevará a que sea vista como una nación más débil, aunque no lo sea. Y en política, como sabemos, las percepciones importan tanto como la realidad.

En cuarto lugar, la crisis económica, inflación en todo el mundo y recesión en gran parte de él. Sin duda la guerra en Ucrania ha profundizado en la crisis, pero sus causas reales son anteriores al conflicto. Desgraciadamente, los gobiernos vuelven a mostrarse inútiles para luchar contra la inflación y aplican una doble receta mortal de necesidad: subida de tipos de interés para reducir el dinero en circulación y aumento de la deuda nacional con el que poder regar de cheques y paguitas a determinados colectivos y financiar políticas, siendo generosos, de dudosa productividad. El coco está llegando y lo vamos a sufrir casi todos, con la excepción de los dirigentes políticos y los globalistas financieros, que siempre se escapan gracias a sus privilegios institucionales y económicos.

En quinto lugar –y algo tenía que ser positivo–, el hombre vuelve a la luna y se prepara para llegar a Marte. La misión Dart de la NASA ha sido el primer paso para lograrlo. Más importante aún, el dinamismo de las compañías privadas para dar soporte a estas ambiciones. Si volvemos a la luna o llegamos a Marte no será gracias a la burocracia americana o de la ESA, sino a la visión y el empeño de compañías como SpaceX, Sierra Nevada o Boeing, entre otras.

Igualmente, y en sexto lugar, 2022 supuso la revelación de todas las artimañas, malas prácticas, censuras y conspiraciones anticonservadoras llevadas a cabo por la red Twitter (y hay que asumir que por el resto). Elon Musk compró no una red social, sino una autentica escena del crimen, tal y como estamos viendo con cada entrega de parte de los documentos internos que manejaban a su antojo sus anteriores directivos, la Casa Blanca, los partidos políticos y hasta el FBI y el mismísimo Pentágono. Si esto sirve para un espacio social menos represivo y más tolerante, está por ver. Pero es un gran paso.

Por último, el año pasado se llevó a algunas personas de especial relevancia. Desde la reina Isabel II de Inglaterra al Papa Emérito Benedicto XVI, ambos los pilares de dos instituciones que se agotan por la mala gestión de sus miembros. En otro nivel, el mundo del fútbol llorará a Gento y Pelé.

Ya no quedan líneas rojas que cruzar, pero aquí sigue sin pasar nada de nada. Veremos si al final ocurre algo bueno en 2023

En España, el triunfo del PP en Andalucía, bastión histórico del socialismo, endulzó el trauma del PP de tener que echar a su presidente, Pablo Casado, y buscar aceleradamente una alternativa en Feijóo. Que éste pueda cumplir con las expectativas creadas está por ver. A su vez, el resto de la oposición tampoco tuvo un buen año. Ciudadanos, al borde la extinción, se divide en los pro Arrimadas y el candidato alternativo Edmundo Bal; Vox sufrió su momento Macarena, con una campaña en Andalucía que acabó siendo un jarro de agua fría y con la salida estruendosa de su líder regional. Aunque no hay mal que por bien no venga a tenor de la deriva posterior de ésta. En cualquier caso, el Gobierno ha podido imponer su agenda radical con sus despropósitos legislativos, avanzar en su asalto a la separación de poderes y actuar con una total desvergüenza total, como ese viaje en Falcon de la ministra de transporte a Valencia para hablar de le necesidad de viajar en autobús. Ya no quedan líneas rojas que cruzar, pero aquí sigue sin pasar nada de nada. Veremos si al final ocurre algo bueno en 2023, pero eso es ya otra historia.

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