«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

A mí que me verifiquen

6 de diciembre de 2023

Viendo que en la actualidad no eres nadie si no dispones de verificador, he decidido exigir uno. Ya está bien de ser un mindundi que va por la vida sin pisar Suiza para que un quídam cualquiera te diga si lo que escribes, dices o haces pasa los fielatos de la verificación mundialista, sanchista y con perspectiva de género. Sinceramente, les aconsejo que hagan lo mismo, porque sin verificador circularemos como vacas sin cencerro con el consiguiente atasco en las vías urbanas, nacionales e incluso urinarias. La verificación es la única manera de ir tirando sin que nadie pueda apostrofarte. ¿Se imaginan la vergüenza de un padre llevando sus hijos al colegio y que alguien le grite «¡Ahí va ése, que no tiene verificador!» ¿Cómo explicas a tus hijos que papá y mamá no tienen quien verifique si sus relaciones se sustentan en la autodeterminación nacional, de género o política? ¿Cómo podemos imaginar lo que sufrirán nuestros vástagos cuando en el patio nadie quiera jugar con ellos por no ser hijo de padres verificados?

Y ni les cuento en el trabajo. Hay que incorporar en la legislación chulísima de esas que pergeña Mari Yoli ese concepto. ¿Qué estás de baja? Sin verificador, a currar, que hay que producir para pagarle el gasto a esa pléyade de políticos a los que ver un pico y herniarse es todo uno. ¿Qué desea aumento de sueldo? Verificación al canto, reunión en Suiza, negociaciones secretas y, si a mano viene, referéndum acerca de si habrá café bueno en la máquina de la oficina. Yo no entiendo como hemos podido vivir sin esa figura imprescindible en estos tiempos tan modernos, audaces y resilientes. Antes, con cumplir la ley o las ordenanzas municipales tenías la vida arreglada. ¿Qué te saltabas un semáforo en rojo o no llegabas a tiempo a pagar el impuesto de radicación? Multa al canto. Ahora, en cambio, si usted dispone de un verificador de cabecera, que es lo más práctico y seguro, puede usted establecer un proceso de negociación para soslayar las diferencias dado que cada españolito podría muy bien considerarse un hecho diferencial en sí mismo y reclamar su propia independencia. Eso, por no hablar de las oportunidades laborales que ofrece a los millones de parados-parados, fijos discontinuos o los dos millones de más que Mari Yoli no cuenta porque la calculadora no da más de sí y tiene cita con la peluquera. ¿Tiene usted un hijo gandul que no pega sello? Se le nombra verificador y con tal de que le dé la razón al que le paga, asunto concluido. ¿Que lo pillan con un destornillador a la puerta del Banco de España intentando llevarse la pasta que quede, si es que queda? Pues nada, se nombra un verificador y adelante con los faroles. Y ya ni les cuento si su pareja le pilla con otra persona en el tálamo haciendo la caidita de Roma. En lugar del manoseado «Esto no es lo que parece» podrá usted decir «Alto, un momento, porque requiero los servicios de un verificador».

No sé ustedes, pero yo solo le veo ventajas al asunto.

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