«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

El aborto no depende de las leyes

26 de septiembre de 2014

El debate sobre el aborto, es decir sobre la desaparición de más de 100.000 vidas al año en España no avanza. Es verdad que no hay consenso. El PP ha reculado en su ley Gallardón. Las intransigencias mantienen este grave problema atrincherado en posiciones ideológicas irreconciliables que no reducen el problema.

Si estamos en cien mil vidas por año, ¿por qué no intentamos ser positivos?  Es una evidencia de que los españoles no distinguimos, en general, entre una ley de plazos y otra de supuestos. No sabemos  nada apenas  del “nasciturus” del derecho romano. No sabemos si el aborto es un derecho o un delito.  Entonces, por qué no abordar este asunto lejos del Ministerio de Justicia y de leyes que limitan o liberan el derecho a matar la vida (que no a “interrumpirla” como suele decirse).

El consenso que propongo es aplicar energías a salvar vidas. No con prohibicionismos, ni leyes; sino con ayudas, con información, con inteligencia y con dinero. Miren, en los “abortorios” no se hacen preguntas: cobran, ejecutan y punto. Nadie en este país de apriorismos se ha preocupado en saber por qué cada año cien mil mujeres se deshacen de los proyectos de vida que llevan en su seno. No existe material fiable sobre los motivos, siendo este punto esencial. Deberíamos exigir estos datos al Gobierno, es su obligación obtenerlos.

¿No habría una comisión interdepartamental y de sociólogos sesudos trabajando si murieran 100.000 niños por una cepa rara de viruela? ¿Por qué se trabaja en estudiar y paliar las causas del aborto? Pues porque vivimos impregnados de la vieja doctrina feminista: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Porque todavía discutimos el momento en el que se produce la vida; sin trasladar a las escuelas las opiniones de los científicos a pesar de ser cada vez más inapelables. Y porque, en el fondo, no tratamos el aborto  como un problema social, sino como algo ligado a la intimidad de la mujer, sometido a su voluntad (recuerden la lamentable tesis del “corte de uñas”) y a una losa de discreción cómplice. Lo escondemos porque nos avergüenza.

Son las autoridades de  Sanidad  las que deben reenfocar este asunto. Afrontar el reto y poner sobre la mesa datos ciertos que expliquen por qué se aborta en España. Es el primer paso para poner remedios (en plural). Sabemos que hay de todo, pero no sabemos cuánto; y lo que “no es posible gestionar, lo que no se puede medir”, decía William Hewlett. ¿Tienen 18 años o tienen 34? ¿Han abortado antes? ¿Su embarazo proviene de la banalización del sexo (eso que nuestros jóvenes llaman “petting”, o relación de “aquí te pillo aquí te mato”? ¿Son relaciones con varones comprometidos en otras relaciones? ¿Son parejas estables que no tienen dinero?  ¿Son mujeres que se sienten obligadas a abortar porque temen ser abandonadas por sus “embarazadores” si no lo hacen? ¿Culminarían su embarazo, pero no pueden hacerlo por motivos económicos? No sabemos, los abortorios son un negocio les interesa que el número de abortos crezca.

Hay grandes “grupos” pseudo-estadísticos de mujeres que abortan y que podríamos reducir. A menudo oímos sentidos lamentos sobre el fracaso que implica para una sociedad en crisis demográfica convivir con 100.000 “interrupciones de embarazo” (por martirizarles con el estúpido eufemismo). ¿Por qué no nos preguntamos si funcionan los conocimientos de educación sexual que reciben nuestros adolescentes? Es obvio que no. Me temo que llegamos tarde a corregir la “banalización del sexo” en edades cada vez más precoces, pero familias y educadores deberían  hacer un “chequeo” a la información que reciben esos jóvenes, no parece la más útil.

Alemania tiene 82 millones de habitantes. El aborto, siendo ilegal,  está consentido en los primeros tres meses de embarazo. Sin embargo, genera un volumen de abortos similar al de España, que tiene la mitad de población. ¿Qué hay allí distinto? En Alemania, el aborto es una cosa muy seria, no se puede abortar sin un certificado de la administración que se asegura del asesoramiento de la madre sobre las consecuencias para ella (en Cataluña, la Consejería de Salud  animaba a las jóvenes a abortar porque “es sencillo y no duele”). También les informan de las ayudas que puede recibir caso de seguir adelante con el embarazo. De ese certificado para poder abortar, sale información fiable (a menudo anónima) sobre porqué quieren abortar. Esa información ha perfilado un colchón social que facilita la opción pro -vida.

Parece que en muchos casos, el motor del aborto es el “chantaje” de la pareja y el temor a enfrentar sola y sin dinero, el embarazo. ¿Eso no es una situación de dependencia? ¿Entonces por qué no se las subsidia, como hacemos con ancianos, con problemas de salud o con desempleados no cotizantes a la Seguridad Social? Resultado: si estás desamparada, casa de acogida gratuita. Si eres madre soltera tienes ayudas. Si asumes tener a tu bebé, te dan una cantidad mensual que ayudar a dar vida. Si tienes pareja estable o estás casada, otro rango de ayudas públicas.  Alemania permite a las mujeres que trabajan tomar un año de permiso maternal durante los que cobran el 65% de su salario en activo, para que cuiden en casa a sus hijos. Es un derecho universal. En España se remunera el 100% los permisos maternales, solo 16 semanas.

En Alemania, las embarazadas que no trabajan reciben una protección especial, que abarca el pago del alquiler de vivienda, calefacción y agua. Las madres solteras reciben ayudas desde antes de dar a luz, seis semanas antes y luego posteriormente. Si están en el desempleo, les mantienen los pagos, deteniendo el reloj de la prestación. Conclusión: no se aborta por penuria, puede que haya incluso madres que se aprovechen del generoso plan. ¿Y qué, si aquí gastamos en financiar cambios de sexo?

 

¿Creen que un asunto tan serio, puede estar en manos de Gallardón o del PP, del PSOE o de Zapatero?

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