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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El abrazo de Pedro Sánchez

9 de enero de 2016

 

Para conocer los derroteros por los que fluirá la política española no es necesario hacer un exhaustivo ejercicio de hemeroteca. Basta con retrotraernos algunas décadas y comprobar cómo los distintos líderes políticos nos han acostumbrado al “donde dije digo, digo Diego”. Los ciudadanos, con nuestra habitual dejación de funciones en cuanto a que fiscalizadores de gestión, hemos ido comprando sus mensajes, seguramente pensando más en los colores de la camiseta que en la veracidad que los mismos encerraban.

En contra de la idea mayoritaria de la opinión pública, guiada por la mayor parte de la prensa que sibilinamente encauza los pasos de aquellos que no van más allá de un titular, he venido diciendo desde que terminó el recuento de los votos de las pasadas elecciones generales, (materializado por escrito en alguna de las entradas de mi blog ya desde el pasado 20 de octubre de 2014), que finalizaríamos el año con Pedro Sánchez de presidente del gobierno “aupado por Iglesias” (así reza textualmente en mi bitácora). El hecho en sí no se ha producido pero las circunstancias en las cuales quedó el panorama político tras la noche electoral, no me llevan a pensar otra cosa.

En estos días de conmemoración del abrazo de Genovés, expongo mis fundamentos respecto de a quién va dirigido el abrazo de Pedro Sánchez:

Primero: la izquierda tiene aversión a la derecha. Desprecia su cosmovisión a pesar de disfrutar de ella. Disfruta de sus tradiciones y anhela los mismos objetivos vitales a pesar de seguir vendiendo el trasnochado discurso de ricos y pobres. En base a ello hará lo imposible para llegar a un acuerdo que desaloje a los populares.

Segundo: Podemos ha llegado para quedarse. Lejos de la búsqueda del interés general, tiene como objetivo marcado “estar” pretendiendo dar el abrazo del oso al PSOE y erigirse en la nueva izquierda española.

Tercero: El PSOE ya ha llegado a acuerdos de gobierno con Podemos (sirva Castilla la Mancha como ejemplo), por lo que veo perfectamente extensible los guiños locales y autonómicos a la política nacional, siendo el asunto del referéndum catalán una cuestión menor si lo comparamos con la cuestión de fondo que se persigue. ¿O es que el PSOE siempre ha tenido clara la idea de España?. Cabe recordar en este punto las reuniones a cuatro bandas conocidas en enero pasado.

Cuarto: la continuidad de Pedro Sánchez como secretario general del partido sólo pasa por obtener la investidura. Sabe que otro escenario le borra del mapa en cuanto al incierto futuro del PSOE y buscará entendimiento “por lo civil o por lo criminal”.

Quinto: en Europa existen varios escenarios similares: Portugal, Alemania, Bélgica…habiéndose dado en cada uno de éstos soluciones distintas. El viaje de Pedro Sánchez al país vecino da una muestra de sus pretensiones.

Sexto: si bien es cierto que Podemos no es definitivo en cuanto a número de escaños para llegar a la mayoría absoluta, es perfectamente factible una votación con más “síes” que “noes”, adoptando el apoyo de algún otro grupo minoritario cuyas simpatías con Mariano Rajoy pongo en entredicho.

Queda claro en cualquier caso, que el abrazo de Genovés, lejos de materializar concordia y acercamiento responsable entre posturas antagónicas que hoy pudieran fomentar un acuerdo en forma de gran coalición responsable, consistió en la cesión ideológica de una derecha acomplejada en favor de la aceptación vía urnas,  del desmembramiento de España y del olvido de su historia, situándonos en la ignorancia colectiva de lo que somos, impidiendo tener el criterio necesario para entender nuestras propias necesidades.

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