«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Acomodar la masculinidad

23 de junio de 2025

El 5 de diciembre de 1990, el F. C. Barcelona y el Real Madrid jugaron en el Camp Nou el partido de ida de la Supercopa de España. Aquella noche dejó dos imágenes para la historia de los clásicos: el pisotón que Hristo Stoichkov dio al árbitro Ildefonso Urízar Azpitarte y el obsceno gesto que Hugo Sánchez dedicó a los aficionados culés al concluir el encuentro con victoria blanca. A ambos les cayeron sendas sanciones. Aunque en el caso del búlgaro, se habló en todo momento de pisotón, en el del mexicano se empleó una forma eufemística: Hugo había acomodado su masculinidad ante los espectadores que le increpaban. 

Recientemente, la red X ha ofrecido una evocación, probablemente involuntaria, del gesto del mítico nueve. El protagonista ha sido el propietario del restaurante Pescador, sito en localidad tarraconense de La Rápita. Así expuso los hechos la Associació Acció pel català: «El propietario de este comercio ha sido un maleducado cuando alguien del equipo ha intentado hablar con él para cambiar rotulaciones. Literalmente la respuesta ha sido: ponerse la mano en la cojonera y decir que por aquí el catalán… catalanofobia en estado puro».

El pecado de este trabajador ha sido colocar a los lados de su puerta unos carteles de fondo azulado en los que anuncia, ¡únicamente en español!, pulpo a la gallega, bravas y gambitas rebozadas. Toda una afrenta para los asociados que se dedican al chivatazo y a la denuncia pública de quienes consideran catalanófobos por el simple hecho de emplear el idioma mayoritario en la región. Por elegir, en definitiva, el idioma que creen más conveniente para sus objetivos comerciales, razón por la cual, el interpelado, que habla catalán, ha echado mano de su masculinidad.

El gesto no pasa de ser una mera anécdota. Sin embargo, las reacciones al mensaje de la asociación delatora, que en su web tiene habilitada una línea de denuncias, son elocuentes. En ellas aparecen todos los componentes del supremacismo que impregna a amplios sectores de una región que, como respuesta al desprecio, cuando no odio, mostrado por sus gobernantes y sus satélites, hacia el resto de la nación, recibe constantes concesiones por parte del Gobierno de turno, en un proceso que se realimenta. El drama que vive la Asociación Acción por el catalán ha coincidido con la reunión de Pedro Sánchez con Salvador Illa, presidente de la Generalidad, institución que ampara las denuncias por no rotular en catalán y que destina ingentes cantidades de dinero para intentar erradicar de la escena pública al español. Son muchas las especulaciones acerca de lo hablado por los dos socialistas. Una de ellas insinúa que el marido de Begoña podría ceder su sitio, garantizando de algún modo su seguridad jurídica, a Illa. La posibilidad de que ello ocurriera llevaría a un miembro del PSC a gobernar España, haciendo visible lo que todo el mundo sabe: que Ferraz, al menos desde los tiempos de Zapatero, se sostiene desde Barcelona. Esta opción abriría la vía confederal, también llamada plurinacional. Se podría, incluso, dar al catalán el carácter de lengua oficial en toda España, manteniendo, por supuesto, la marginación del español en Cataluña, y favorecer su uso en la Unión Europea, empeño en el que Albares gasta sus energías. Todo ello se haría con mucho seny, con la doblez característica de gentes como esos señaladores a los que el dueño del Pescador ha transmitido su discrepancia del modo más gestual.

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