El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) es un proceso de integración regional constituido inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela (actualmente suspendida desde 2016 por la cláusula democrática del bloque). El Estado de Bolivia cuenta con un status especial de «miembro en proceso de adhesión» con derecho a voz pero sin voto.
Su creación, en 1991, tuvo como objetivo principal propiciar un espacio común que generara oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional. En pocos años el bloque comercial se ha convertido en el cuarto mercado más grande del mundo, después del TLCAN, la Unión Europea y Japón.
Casi desde sus inicios, el Mercosur intentó un acercamiento a la Unión Europea. Las conversaciones para lograr un acuerdo entre los países de la UE, de un lado, y Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, del otro, comenzaron hace más de dos décadas y siempre estuvieron entorpecidas por la resistencia de varias naciones europeas que veían en la competencia hispanoamericana una amenaza concreta a sus producciones.
Finalmente ayer, viernes 6 de diciembre, los presidentes del Mercosur y la Unión Europea anunciaron ese perseguido acuerdo de libre comercio, después de 25 años de turbulentas negociaciones. Los dos bloques integrados a nivel comercial conformarán un acceso a mercados de más de 700 millones de personas.
Es un logro tan esperado por los países hispanoamericanos como resistido por algunos europeos, con Francia a la cabeza, que manifestó públicamente su voluntad de bloquear la firma de ese acuerdo comercial en virtud de la enérgica negativa del sector agropecuario francés; el lunes pasado lanzó una nueva jornada de movilizaciones en contra de la eventual medida, masivas manifestaciones que se vienen repitiendo desde hace meses. Tampoco Italia estaba del todo convencida de los beneficios del acuerdo.
Vale recordar que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó el jueves último a Montevideo, capital de Uruguay donde se lleva cabo la cumbre; ha mantenido reuniones con miembros del Gobierno uruguayo y participó de la segunda jornada de la Cumbre del Mercosur. Su inesperada presencia fue un fuerte indicio en el sentido de que el resultado de tantos años de conversaciones y dilaciones, iba a tener un desenlace exitoso.
«Es un hito histórico», afirmó Von der Leyen en una declaración a la prensa junto al anfitrión, Luis Lacalle Pou, Javier Milei, de Argentina, Lula da Silva, de Brasil, y Santiago Peña, de Paraguay.
«Los Estados partes signatarios del Mercosur (la República de Argentina, la República Federativa del Brasil, la República del Paraguay y la República Oriental del Uruguay) y la Comisión Europea han anunciado, en la 65ª Reunión de la Cumbre del Mercosur Montevideo, la conclusión de las negociaciones de un Acuerdo de Asociación entre las dos regiones, después de más de dos décadas de negociaciones».
De sólo tres párrafos, el texto afirma que «a la luz del progreso logrado desde 2023, el Acuerdo de Asociación entre el Mercosur y la Unión Europea está ahora listo para revisión legal y traducción. Ambos bloques están decididos a llevar a cabo tales actividades en los próximos meses, con vistas a la futura firma del acuerdo».
El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, en su calidad de anfitrión, dijo que se reconocían diferencias en el bloque pero que lo importante era la unión. Fue una clara alusión a las sonoras diferencias políticas que existen entre los miembros. Poco después Von der Leyen, que esencialmente le hablaba a los europeos, dijo que era un acuerdo «win-win» y que tendría no sólo repercusiones económicas y comerciales sino políticas y de inversiones.
En declaraciones a la prensa al pasar, el presidente argentino dijo «todo lo que ayude a flexibilizar, bienvenido». Poco después, sin embargo, no evitó recordar los escollos que supuso el bloque conformado con los países vecinos. “Mientras Chile y Perú, por ejemplo, se abrieron al mundo y entablaron acuerdos comerciales con los protagonistas del comercio global, nosotros nos encerramos en nuestra propia pecera… No puede llamar la atención entonces que la economía de nuestros vecinos hayan crecido tanto más que las nuestras, mientras que ellos tienen acuerdo de libre comercio con más de 20 países, nosotros tenemos tratados similares únicamente con el resto de Sudamérica, Egipto e Israel”.
El presidente remarcó como un severo obstáculo el Arancel Externo, e invitó a sus pares a buscar «una nueva fórmula que nos beneficie a todos para que podamos comercializar más y mejor».
Lo cierto es que el súbito interés por completar este larguísimo proceso tiene que ver con el próximo desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca. El republicano ha dicho con todas las letras que tomará las medidas que sean necesarias para proteger el comercio americano. Eso se entiende como una seria complicación para China, que va a ver frenar sus exportaciones de manera drástica y cuyos vaivenes económicos impactan en países emergentes como los integrantes del Mercosur.
Un nuevo capítulo de las relaciones económicas se abre. Es de esperar que se abra una nueva línea de cooperación internacional, sin burocracias ni burócratas y que los resultados indiquen beneficios concretos para ambos bloques y, fundamentalmente, para las 700 millones de personas a las que alcanza.