'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Adictos al miedo
Adictos al miedo
Por Itxu Díaz
20 de mayo de 2022

La viruela del mono. Supongo que antecede a la varicela de la morsa, el ébola de la mariposa, y la almorrana del hipopótamo. Pensé que era una broma. La viruela del mono. La peligrosísima y paralizante viruela del mono. Miedo, en realidad, no ha sentido nadie hasta hace unas horas, cuando salió Fernando Simón a tranquilizarnos: “No es probable que la viruela del mono tenga una transmisión importante”. ¡La leche! Tampoco era necesario adornarse en el horror. Que es ver a Simón y las gentes se echan a las calles haciéndose cruces, y arramblan con el papel higiénico, y agotan la cerveza en los bares, y preguntan a Musk si aún quedan plazas libres para irse a vivir a Marte.

Alguien podría pensar que el Gobierno habría aprovechado la experiencia de la pandemia de coronavirus para aprender algunas cosas sobre gestión de crisis sanitarias. Pues no. Hasta el momento, las informaciones difundidas por el Ministerio de Sanidad son tan inexactas como alarmantes y, si los ciudadanos no han sucumbido al miedo y los ataques de pánico, es solo porque empezamos a estar un poco cansados del anuncio del fin del mundo cada día. Cito de memoria. Los Limones, año 1993: 

Dicen que todo se acabó 

que con la civilización 

llegó el poder para la destrucción. 

Enfermedades, nuevas guerras, pesadillas y maldad, 

el miedo y el horror nos acompañarán. 

Que hemos llegado ya a un momento 

en que empezó la cuenta atrás 

que es imposible detenerse y que ya está:

 si el fin del mundo no es verdad… 

Todo la vida estuvimos igual, 

¿es no vamos a poder vivir en paz?

Paradojas posmodernas: la sociedad más protegida por la medicina y la ciencia es la más muerta de miedo de cuantas hemos conocido.

Y es así: la clave no es la viruela del mono. Tampoco preguntes cómo ha llegado al hombre, no vayamos a estigmatizar. Que, a propósito, cuando empezó el coronavirus, antes de tomar medidas sanitarias, ya había un idiota en Sanidad alertando del riesgo de estigmatizar a los chinos, sin que hayan sabido explicarnos qué relación hay entre su estúpida advertencia y el cosmos sanitario del que supuestamente se ocupan. Ahora, de nuevo, antes incluso de mover un solo dedo, ya ha aparecido otro intelectual en Sanidad, hablando de los peligros de estigmatizar, no sé si a los monos, a la viruela, o no quiero saber a quién y por qué. 

La clave, decía, no es la viruela, como tampoco lo era el coronavirus. La llave maestra es el miedo. Nuestros gobernantes, por supuesto, no lo han inventado, pero sí han aprendido a explotarlo a raíz de pandemia. El Gobierno está para ayudar a mantener el orden y la calma, a solventar los problemas: por algo hablamos de un poder ejecutivo y no de un poder provocativo, siempre presto a persuadir a los ciudadanos para que vivan atemorizados. Contribuir a las diferentes psicosis de una sociedad atenazada en pánico, además de ser una irresponsabilidad, no es su trabajo. Eso es crear problemas y no resolverlos.

Por lo demás, paradojas posmodernas: la sociedad más protegida por la medicina y la ciencia es la más muerta de miedo de cuantas hemos conocido. Quizá porque la sobreprotección es inhumana, quizá porque la ausencia de valores morales endiosa al hombre y le hace creer el dueño de su destino, cuando no somos más que un puñado de balas perdidas en las manos de la misericordia de Dios. Si lo pierdes de vista, te perdiste de vista.

Viruela del mono. Dios mío, prometo que esta no la vi venir. Al menos me inspira una reflexión, al leer la histeria a la que irresponsable e inmoralmente están contribuyendo los medios: La prudencia es una virtud. El miedo es un defecto. La prudencia te hace caminar alerta. El miedo te paraliza. La prudencia te capacita para asumir el riesgo. El miedo te incapacita para asumir el riesgo. La prudencia, en fin, es una elección de libertad. El miedo deriva siempre es esclavitud.

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