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La Gaceta de la Iberosfera
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Luis Anchondo (México, 1983) es Doctor en Letras por la Universidad de Arizona. Como periodista ha destacado en distintos medios entre los que destacan La Retaguardia y Libros con Uasabi ambos fundados por Fernando Sánchez Dragó a quien considera uno de sus principales maestros. Por más de una década ha impartido numerosos cursos de literatura tanto española como latinoamericana en diversas universidades de Estados Unidos al igual que conferencias. Es también uno de los más importantes cervantistas del mundo cuyos descubrimientos en la obra de Don Quijote le han valido un merecido reconocimiento internacional.
Luis Anchondo (México, 1983) es Doctor en Letras por la Universidad de Arizona. Como periodista ha destacado en distintos medios entre los que destacan La Retaguardia y Libros con Uasabi ambos fundados por Fernando Sánchez Dragó a quien considera uno de sus principales maestros. Por más de una década ha impartido numerosos cursos de literatura tanto española como latinoamericana en diversas universidades de Estados Unidos al igual que conferencias. Es también uno de los más importantes cervantistas del mundo cuyos descubrimientos en la obra de Don Quijote le han valido un merecido reconocimiento internacional.

Algo no concuerda

12 de diciembre de 2020

Como ustedes bien saben, especialmente por la excelente cobertura que el gran periodista Carlos Esteban lleva a cabo en este medio sobre lo que está ocurriendo en Estados Unidos, siguen las acusaciones de fraude electoral por parte del equipo de abogados de Donald Trump. Denuncias a las que los principales medios de comunicación de Estados Unidos tratan de no dar cobertura y que, cuando lo hacen, es para señalar que son acciones del presidente por “subvertir la voluntad de la gente”. Sin duda, una buena forma de hacer ver el problema como un ataque personal hacia los ciudadanos por parte del presidente y no hacia un sistema político que consiente el fraude y cuyo principal aliado son los medios de comunicación.

Hablar con un demócrata sobre la posibilidad de que hubiera fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2020 (con algunas excepciones claro está que por ahí deben de andar aunque aún no he tenido el gusto de encontrarme con una de ellas), es como hablarle a la pared. No atienden a razones, sobre todo las que voy a exponerles que son las más evidentes y las que todo mundo puede consultar. No se necesita ser un experto en política para digerir los siguientes datos, sólo tener un poquito de tolerancia para aceptar que la posibilidad de que haya habido fraude es bastante alta.

https://gaceta.es/actualidad/ultima-hora-en-estados-unidos-un-juez-prohibe-hacer-publicos-los-datos-de-la-auditoria-de-maquinas-de-michigan-20201211-1031/

Empecemos por el principio. ¿Qué pasó en la famosa noche electoral del 3 de noviembre del año en curso? 

Hacia la media noche, se proyectaba que Donald Trump iba a conseguir 300 votos del Colegio Electoral. En otras palabras, no quedaba duda de que Trump volvería a ser reelecto como presidente por otros cuatro años ya que para serlo sólo necesitaba los famosos 270 votos del Colegio Electoral. Pero llegó el alba, y como diría Luis Eduardo Aute, al alba, al alba, aparecieron montones y montones de votos, la mayoría para Joe Biden que como pólvora de la mañana eliminaron la ventajosa delantera que llevaba Trump hacia la media noche en estados claves para su victoria. Lo curioso es que estas cantidades de votos daban la cifra necesaria que el candidato demócrata necesitaba para ganar de súbito dichos territorios.

No sólo el presidente aumentó su popularidad con los afroamericanos sino también con los hispanos en un 35 por ciento

Sin duda alguna, las elecciones de 2020 fueron mucho mejores para Trump que las de 2016. Por darles algunos datos, queridos amigos, once millones más de personas votaron por Trump en esta contienda que hace cuatro años. Lo vuelvo a repetir: once millones de personas más. El voto de los afroamericanos a favor de Trump aumentó un 50 por ciento a pesar de la campaña mediática del Partido Demócrata y sobre todo del Black Lives Matter que se encargó por años, y sobre todo en estos últimos meses, de demonizar a Trump. 

No sólo el presidente aumentó su popularidad con los afroamericanos sino también con los hispanos en un 35 por ciento a pesar de la leyenda negra sobre el odio que supuestamente nos tiene. Es poco probable que alguien que personalmente le ha dado trabajo a miles de hispanos nos odie tanto. Donald Trump es el primer presidente en la historia de Estados Unidos en haber perdido una reelección a pesar de haber aumentado por millones el voto popular a su favor. Si es que en efecto, como se empeñan en afirmar los medios de comunicación del país, perdió, claro está.  

Tampoco me explico cómo Biden obtuvo más votos que Obama si sólo ganó 527 condados cuando Obama arrasó en 2008 con 873

Algo que también resulta bastante extraño es que de acuerdo a las “cifras oficiales”, Joe Biden obtuvo ochenta millones de votos. Esto es once millones de votos más que Barack Obama en 2008, justo en su pleno apogeo. En lo personal me cuesta trabajo creer que alguien que casi no hizo campaña electoral, que cuando hacia rallies asistían menos de cien personas —cuando a los de Trump asistían cientos sino miles—, que debido a su senectud no puede formar bien una oración completa, que se le olvida dónde está, que confunde nombres de gente cercana, etc., haya obtenido más votos que el primer presidente afroamericano electo de los Estados Unidos. ¿Biden más popular que Obama? Tampoco me explico cómo Biden obtuvo más votos que Obama si sólo ganó 527 condados cuando Obama arrasó en el 2008 con 873. Quizás hubo intervención divina o lo que en literatura se conoce como deus ex machina. 

https://gaceta.es/actualidad/la-rebelion-de-los-deplorables-20201211-0844/

Resulta también increíble que Biden haya obtenido ochenta millones de votos cuando en general le fue peor que a Hillary Clinton en 2016 perdiendo cientos de condados menos los que eran claves para asegurar su victoria. Lo mismo podemos afirmar de las grandes metrópolis en donde a Biden le fue pésimamente mal excepto en urbes fundamentales para ‘la victoria final’ como Milwaukee, Detroit, Atlanta y Filadelfia. Joe Biden es el primer presidente en 60 años que ‘gana’ las elecciones presidenciales después de haber perdido Ohio y Florida. Es también Biden quizás el único presidente electo en una elección en la que la mayoría de los puestos locales los ganaron los republicanos. Esto sólo es posible si millones de simpatizantes del Partido Republicano votaron por todos los candidatos republicanos postulados a puestos menores menos por Trump, el principal de todos, algo que no tiene mucha lógica que digamos. 

El récord en las elecciones primarias para la reelección de un presidente lo había establecido Bill Clinton con nueve millones de votos. Trump obtuvo dieciocho millones

Es sorprendente que Trump haya batido récord en las elecciones primarias del Partido Republicano llevándose el 94 por ciento de todos los votos, algo que lo convirtió en el primer candidato para reelegirse a la presidencia con dicho porcentaje en toda la historia de Estados Unidos. Ningún candidato para ser reelecto había perdido la contienda final ganando el 75 por cientode los votos en las elecciones primarias de su partido. A pesar de este porcentaje tan alto, Trump extrañamente perdió. El récord en las elecciones primarias para la reelección de un presidente lo había establecido Bill Clinton con nueve millones de votos. Trump obtuvo dieciocho millones.

Cada vez que converso con algún adepto al Partido Demócrata le pregunto si realmente cree que alguien como Joe Biden que no hizo campaña y el largo etcétera ya mencionado, obtuvo 80 millones de votos. Varias personas me han dado la misma respuesta: que la mayoría de los 80 millones no votaron por Biden sino sólo en contra de Trump ya que cualquier político es mejor que esa “calamidad”.

Sin duda, ese es un argumento infantil que se refuta con la lista de extrañas coincidencias, rarezas y casualidades que les acabo de describir. Negar los hechos es no querer ver, y mucho menos aceptar, la posibilidad de que haya habido fraude electoral.

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