«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Biografía

Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Alternancia

31 de julio de 2023

Después de ganar un escaño gracias al voto CERA, Alberto Núñez Feijoo ha enviado una carta a Pedro Sánchez pidiéndole una reunión para entablar un «diálogo responsable, en beneficio de la estabilidad política e institucional de España». En su epístola, el gallego apela a la tradición democrática setentayochista para postularse como presidente del Gobierno pues, según dice, «España no se merece una situación ingobernable» ni se puede permitir un bloqueo en plena Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, argumento este último que parece ir dirigido a la personalidad, mil veces analizada, del propio Pedro Sánchez. 

La propuesta del gallego, cuyos detalles pretende comunicar personalmente a Sánchez, apunta a alguna suerte de colaboración, en el límite una gran coalición, del partido de Ferraz con el de Génova. Aunque la tenida no se celebrará, pues la respuesta de Sánchez, cargada de las habituales dosis de maniqueísmo, ha zanjado cualquier posibilidad de una reunión bilateral, la carta de Núñez Feijoo viene a rematar la estrategia popular consistente en demonizar a VOX, partido con el que gobierna en varias comunidades autónomas y en relevantes ayuntamientos, y en lanzar guiños al PNV, respondidos por una coz propinada por Ortúzar, que se ha jactado de arruinar la investidura de Feijoo, al secesionismo catalán e incluso al tan globalista como aldeano Unidas Podemos, correa de transmisión de todo particularismo hispanófobo.

El intercambio de misivas sirve para reforzar las posiciones de ambos partidos, pero también para hallar una justificación para cualquier acuerdo al que se llegue dentro de las negociaciones parlamentarias, lugar en el que, tal y como ha recordado Sánchez, se accede a la verdadera gobernabilidad de la cada vez más ingobernable España. Un mundo este, en el que la capacidad de Sánchez para cambiar de opinión le otorga una posición de superioridad sobre un Feijoo que trata, infructuosamente, de hacer valer su mayoría simple. España, como es sabido, se asienta sobre mayorías parlamentarias y Sánchez ha demostrado moverse con comodidad dentro de los marcos institucionales que su propio partido, con la inestimable colaboración del seguidista Partido Popular, ha establecido y que él se ha encargado de retorcer en su propio beneficio y en el de las estructuras que se sostienen sobre el Estado de las Autonomías que únicamente Vox pone en cuestión.

Feijoo, de hecho, se delata en su carta cuando confiesa su voluntad de «dar continuidad a los precedentes de alternancia política», dando así la razón a todos los que venimos denunciando la ausencia de una alternativa al turnismo de unos partidos hegemónicos capaces de pactar con organizaciones, algunas de las cuales conectadas con el terrorismo, cuyo único fin es esquilmar a la nación antes de destruirla. Feijoo, en suma, no es más que un genuino producto de esa España que, apoyada en falacias históricas y en señas de identidad diseñadas en laboratorios, garantiza la desigualdad de los españoles en función del terruño al que estos estén adscritos. Nada hay, por lo tanto, de extraño en el hecho de que un barón que ha crecido al calor de la fantasía galaica reclame ahora el apoyo de cualquier cacicazgo. Tampoco que, en estricta aplicación de la ley de transitividad, sea capaz de acoger en su asimétrico seno los votos de Txapote con los que ya cuenta el firmante de Manual de resistencia.

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