Otro día les hablo de la calidad musical de Amaral, o del gobierno de Rodríguez Zapatero; vamos a dejar atrás el pasado, que la actualidad apremia. El grupo musical ha lanzado una canción, Ratonera, que presenta con un vídeo cuyas imágenes refuerzan el contenido de la letra. Han creado la polémica prefabricada gracias a la cual conocemos el alumbramiento del nuevo album. No seré yo quien critique las últimas tendencias en publicidad, ni quien niegue el acierto de ver en la canción Ratonera un virus.
Retrata a todos los políticos. Izquierda y derecha, las del espectador. Sufren los males que, y este es el mensaje, ellos causan o no evitan. Son «estúpidos» y «farsantes». Su pecado es que mienten más que hablan y lanzan «promesas vanas». Dan «golpes» y generan «miedo». Ah, pero ahora es cuando aparece Amaral advirtiéndoles de que ellos no les van a perdonar, y de que su tiempo se ha acabado, son «el pasado» y su final «se acerca».
¡Qué infantilismo! ¡Qué actitud más pueril! La política del acné. Pero está sacado del catecismo del buen progre. La amalgama de concesiones a los instintos que conforma la progresía incluye la promesa de la eterna juventud. Querer es poder, y si no se puede es porque no se quiere. Los políticos. Los hemos puesto nosotros. Les hemos votado porque nos han prometido lo que queremos. ¡Y no lo han cumplido! A la hoguera con ellos. «Oh, tiembla, tiembla», dice el dúo Amaral.
Creen que la realidad es maleable, y que entre el voto y la utopía sólo se interponen los intereses de algunos o la mala fe o la corrupción de los poíticos. ¿Y la realidad? ¿No es contingente? ¿No tiene nada que decir? Cuando oímos a los economistas advertirnos, por ejemplo, de que el Plan E no crea empleo y nos empobrece a todos, ¿de veras que la única explicación de que lo digan es que sirven a otros intereses? Cuando ocurre lo que nos habían advertido, ¿no es la realidad la que nos habla? ¿No es vuestra ceguera la que se estrella contra ella? No. Son los políticos corruptos. La canción Ratonera es el 15-M. Es la fe absoluta en la política, y la desconfianza total en los políticos. ¡Si son lo mismo!. No ¡es la política lo que falla! Y sois vosotros.