«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Anda, los donuts

3 de diciembre de 2013

Igual que desapareció el pan blanco en los cuarenta, empiezan a escasear los donuts en las cafeterías, síntoma evidente de una civilización agotada. En una visión pesimista podemos prever que mañana sucederá algo parecido con el Cola Cao o el Tulipán, y así, casi sin darnos cuenta, cualquier día tenemos a un sucedáneo de Nicolás Maduro en la Moncloa, sustituyendo a este Rajoy que nos ha salido tan británico, inmutable en la indignidad como aquellos lores pervertidos que, al ser sorprendidos en actitudes poco edificantes, ni siquiera coloreaban sus mejillas, lo más murmuraban un “oh, wait” y daban las buenas tardes. No es por ponerse apocalíptico, es que algún límite debe existir en el bochorno político actual, pero no se vislumbra, y a lo mejor la escasez de los donuts es la chispa del motín, como la falta de ingredientes del gazpachuelo la lio parda Casas Viejas. Algo habrá que hacer, porque lo del Gobierno tramitando muy solícito la extradición de policías que ejercieron en los años del plomo –para entregarlos a juezas argentinas– ha cruzado todas los límites. Todavía más que condenar a la niña esa de Rajoy a crecer en un mundo sin donuts. Así que Mariano el libertador, el que pone en la calle a etarras, grapos, violadores en serie y asesinos de niños, no titubea un segundo en perseguir los llamados crímenes del franquismo, que es como llaman a la actuaciones antiterroristas de la Policía y la Guardia Civil en los setenta. De verdad, es como para marchar sobre Roma. O marcharse a Roma, por lo menos, a esperar allí a los cosacos y al Espíritu Santo, en plan Leon Bloy.

La persecución a los policías que el garzonismo está tramitando vía montoneros, es la guinda perfecta a este tiempo ominoso que Santiago Abascal, con todo acierto, ha definido como “la tercera legislatura de Zapatero”. Aunque todavía más brillante ha sido Aquilino Duque, al bautizarla como la “La era argentina” en el libro que acaba de presentar en Madrid. Don Aquilino le ha cogido prestada la expresión a Valle Inclán, que hizo un pronóstico bárbaro: “Yo anuncio la era argentina, de socialismo y cocaína”. Tal cual. Para implantar el régimen sólo hizo falta que los amos del sistema se concedieron la indulgencia plenaria civil, olvidaran pasados propios y ajenos con espíritu legionario, “cada uno será lo que quiera, nada importa su vida anterior”. Y así se perdonaban mutuamente los ayeres y se repartían el botín. Pero hay que ser malaje para ahora, después de amnistiarse hasta la madre, andar incordiando a polizontes jubilados.

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