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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Enough is enough is not enough

8 de junio de 2017

 

El último atentado terrorista de corte islamista que tuvo lugar el sábado pasado en Londres provocó la ira de la Premier británica, Theresa May, quien el domingo en una rueda de prensa pronunció unas palabras de alto contenido mediático que no responden a la realidad de los hechos ni a la voluntad política con la que los gobernantes europeos se han enfrentado hasta ahora a uno de los problemas estructurales más importantes que afronta el continente europeo en los próximos años. Las palabras en concreto son “enough is enough”, lo que traducido a la lengua de Cervantes significa “basta ya”.

Aparte de la poca originalidad del slogan publicitario lanzado por la Señora May en período electoral (en España ya habíamos acuñado sobradamente el término en nuestra lucha contra el terrorismo etarra), la carga de profundidad que pretendían tener dichas palabras contradicen los irrefutables hechos que jalonan la trayectoria política de la ahora Premier británica, especialmente en su etapa como titular del Home Office (Ministra del Interior), período caracterizado por notables recortes en recursos materiales y personales que se traducen en el momento actual en una disminución significativa de la eficacia policial en la lucha contra el terrorismo yihadista.

La reacción airada de la Primera Ministra británica no sólo es comprensible después de los tres atentados sufridos por su país en los últimos tres meses sino que es loable. El problema es la credibilidad que se puede otorgar a dichas palabras cuando la inmensa mayoría de los políticos europeos con altos niveles de responsabilidad en cualquier instancia territorial, desde la local a la nacional o transnacional, se empeñan en negar constantemente la evidencia de la magnitud del problema que tenemos encima.

Y el problema que tenemos encima es que el caldo de cultivo que el multiculturalismo por el que apostaron la mayoría de las sociedades europeas occidentales como forma de integración de la comunidad musulmana nos muestra en la actualidad con toda su crudeza el fracaso de tal iniciativa y alimenta desde el interior el fanatismo yihadista exterior.

Las palabras “basta ya” pronunciadas en un contexto eminentemente electoral no son suficientes si no van acompañadas de acciones rápidas y concretas que cambien la desidia e inoperancia con la que la mayoría de los gobiernos europeos están afrontando este enorme problema. Las medidas a tomar deben ser la combinación de acciones de política interior y exterior que supongan el estrangulamiento interno y externo del fanatismo islamista. En el ámbito interno es necesario, entre otras medidas, reforzar los controles sobre la comunidad musulmana con medidas tales como el abandono del reagrupamiento en ghetos, que son el origen de la radicalización de algunos jóvenes musulmanes y el cobijo afectivo en el que se sienten protegidos y arropados. Asimismo, se impone un mayor control sobre los imanes y el adoctrinamiento que algunas mezquitas llevan a cabo a lo largo y ancho de toda Europa, especialmente en países con una gran colonia de población musulmana. Los imanes radicales son los que proporcionan el cobijo ideológico y espiritual a los yihadistas.

Igualmente, es imprescindible un mayor control de aquellos jóvenes musulmanes con síntomas de radicalización que son conocidos por los diferentes cuerpos de seguridad europeos. Causa sorpresa e indignación comprobar la facilidad de movimientos que tienen los yihadistas fichados y que la inmensa mayoría de los autores de los atentados perpetrados en los últimos tres años en Francia, Alemania, Bélgica o Reino Unido fuesen viejos conocidos de las fuerzas de seguridad.

En el plano externo, es necesario tomarse muy en serio la necesidad de cortar las vías de financiación terrorista y acabar con el apoyo que algunos países islámicos otorgan a organizaciones terroristas islámicas. Causa estupor comprobar la crisis diplomática que ha estallado en los últimos días entre Arabia Saudí y Qatar, que arrastra a los países de influencia mutua, y que tiene un claro trasfondo de lucha de poder por la mayor o menor influencia en el radicalismo islamista.

Para acometer las importantes y numerosas medidas de política interior y exterior que es necesario adoptar de forma inmediata resulta imprescindible abordar el “otro gran asunto europeo”, cual es la necesaria apuesta por una mayor integración. Una mayor integración europea dotaría al continente de unas herramientas mucho más eficaces a nivel interno y externo para afrontar los retos del siglo XXI, especialmente la protección de dos de los valores superiores de nuestras Democracias: la libertad y la seguridad.

Sólo apostando por una integración europea decidida, sin fisuras e irreversible que suponga un reforzamiento en materia de defensa y seguridad y política exterior (dos de los tres pilares de Maastricht en los que no se ha avanzado mucho en los últimos veinticinco años) se pueden potenciar ambos valores para conseguir el valor supremo que debe garantizar todo gobernante: la vida.

 

Ignacio Echeverría. DEP. In Memoriam.

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