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María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)
María Zaldívar es periodista y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina. Autora del libro 'Peronismo demoliciones: sociedad de responsabilidad ilimitada' (Edivern, 2014)

Argentina es una Venezuela mexicanizada

2 de octubre de 2021

Tanto el coro de analistas que merodea por los canales de televisión como políticos de todo pelaje, repiten que el plan del gobierno kirchnerista de emular la catástrofe venezolana sucumbe ante los recientes resultados adversos que obtuvieron en las primarias del pasado 12 de septiembre. No es así; el proyecto sigue viento en popa y, contra todos los pronósticos, se va materializando. Sin embargo, la oposición no lo denuncia; es difícil saber si no lo ve o no lo quiere ver pero, al ignorar la trayectoria que lleva el país, tampoco se concentra en modificarla. 

Somos la Venezuela de los comienzos chavistas, y un poco más. 

La degradación institucional, el desdibujamiento de la división de poderes, el 50% de los jóvenes sin educación secundaria, los desastres educativo, sanitario y económico; la corrupción descarada; la inflación desatada que supera el 50% anual y el 40% de la población bajo la línea de pobreza que abrió la puerta para las desgracias que vienen asociadas es la foto de la Argentina actual. 

Más del 70% de los jóvenes argentinos de entre 16 y 34 años expresaron sus deseos de vivir fuera del país

A esa “venezolización” política se agrega el componente mexicano: el narcotráfico ha ganado las calles, financia la marginalidad, siembra la violencia, dispone de territorio y de aliados estratégicos que hicieron posible su expansión de manera progresiva y sostenida. Paraliza enterarse de la extensión que han alcanzado sus tentáculos. Las bandas narco se enfrentan en las calles a los tiros y los muertos resultado de esas pulseadas por el dominio y control territorial se cuentan por día. El volumen de dinero que mueven los soldaditos que operan el menudeo dentro y fuera de las villas de emergencia es, a sus grupos familiares, lo que las remesas para los países latinoamericanos enterrados en la pobreza extrema. Miles de familias subsisten del negocio de la venta de droga; las cocinas para producción de pasta base se multiplican y la posibilidad de interrumpir esta dinámica es una quimera en un país en el que la pérdida de puestos de trabajo no merma. Una Argentina sin fronteras radarizadas es una invitación al delito en el que se anotan no solo la droga sino el tráfico de cosas y personas. 

Una encuesta reciente realizada por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) reveló que más del 70% de los jóvenes de entre 16 y 34 años expresaron sus deseos de vivir fuera del país. Esto ya se está materializando como la frutilla del postre que visibiliza el drama argentino y lo hace innegable: la huida masiva del país de individuos de todas las edades.

A pesar de esta realidad, nadie ha tomado estas cuestiones como tema de campaña. Por ahora prefieren seguir debatiendo el déficit fiscal (que es una bomba de tiempo a punto de explotar, sin dudas) o el robo de vacunas por parte del oficialismo, como si alguien pudiese sorprenderse del peronismo robando y malgastando. 

Argentina ya es Venezuela. Venezuela Siglo XXI y está pareciéndose a México, una mezcla innovadoramente alarmante.

El plan de Cristina Kirchner es el fracaso de la presente gestión. La pregunta es para qué

La pérdida de libertades es constante. Hay dificultades para transitar, sutiles, con excusas vanas como hace esta gente después de comprobar que a las malas con las armas no les fue bien; siempre en nombre del pueblo; durante meses estuvo prohibido el ingreso al país para los propios ciudadanos de manera absolutamente arbitraria; pero también es difícil salir por el estado de pobreza en el que se encuentra prácticamente la mitad de la población. Hace décadas Cuba o Venezuela prohibían por ley que la población viajara al exterior. En la Argentina, técnicamente, hay libertad para hacerlo; pero cuando el estado niega al ciudadano el acceso a las divisas, ¿cuál es la consecuencia inmediata de esa medida? Hay que apelar al mercado negro para obtenerlas; el propio gobierno empuja a la gente a la clandestinidad a partir de las restricciones que impone. Además, con un 40% de pobres que no alcanzan a comer todos los días ¿cuántos pueden soñar con adquirir un ticket de avión? ¿Quién dispone del dinero para tramitar el pasaporte o una visa? Por estas cuestiones Argentina ya es Venezuela aunque la casta política, que viaja a voluntad porque dispone de pasajes pagados por los contribuyentes, calle. 

En la Argentina está prohibido exportar, importar, despedir personal o comprar divisas.

La consecuencia directa de las trabas a las importaciones que impuso el actual gobierno es falta de insumos, que va de repuestos de autos a medicinas. Ya pusieron en crisis al sector agropecuario, una de las mayores industrias nacionales productora de dólares. En una o dos semanas otra históricamente importante, la vitivinícola, deberá resolver la falta de vidrio para embotellar la producción. La sistemática pérdida de mercados, que nuestros competidores festejan incrédulos, significa la ruina de miles y miles de productores nacionales. Los padres se funden y los hijos emigran. Si esto no es Venezuela, que alguien explique qué o cuánto falta para serlo

El kirchnerismo no pasa por un buen momento; sin embargo, eso no significa que en sus planes esté rendirse

Después del amargo traspié del domingo 12, la coalición de gobierno está en llamas. Cristina Kirchner parece dispuesta a sacarle la alfombra al presidente, quien finalmente no se animó a enfrentarla y dejó expuesta su completa sumisión. Hay quienes dicen que ella le factura la derrota y pretende tomar el control absoluto de lo que resta del mandato como si no lo hubiese tenido desde el principio. La vicepresidente repite en Alberto Fernández lo perpetrado sobre Daniel Scioli cuando fue candidato a presidente, en 2015. Ella juega 100 a cero; mientras le toca ganar, gana a manos llenas, y cuando pierde, pierde todo. El costo que pagó por no respaldar la candidatura de Daniel Scioli fue perder esa contienda electoral en manos de Mauricio Macri pero, contra todos los pronósticos de un kirchnerismo en retirada, rearmó su tropa y acá está de nuevo. Ahora, con el empujón que le propinó a Fernández haciéndolo culpable exclusivo de la debacle intenta despegarse de la derrota de las PASO, le cueste lo que cueste a su fuerza política. El plan de Cristina Kirchner es el fracaso de la presente gestión. La pregunta es para qué.

Su exclusiva preocupación está anclada en Tribunales. Los cargos clave que tienen que ver con el entramado de sus causas, denuncias y procesamientos permanecen en manos de sus alfiles a quienes, inexplicablemente, hace menos responsables que a Alberto Fernández de seguir enredada en esa trama judicial que la desvela. 

El kirchnerismo no pasa por un buen momento; sin embargo, eso no significa que en sus planes esté rendirse. Hay arietes de la ex-presidente que, mientras duró el sainete post Paso, se mantuvieron  en silencio. Hablando de Venezuela y de aquellos que aún no reconocen el escenario ni descifran la tendencia, es tiempo de relacionar el presente contexto con esa circunstancia.

Tras el recambio ministerial y despejado el gabinete de los agentes que no estaban alineados con el proyecto Kirchner, se afirma el protagonismo de Sergio Berni, hoy, el personaje más peligroso del entorno cristinista. Admitida la afinidad entre el ex militar y Aníbal Fernández, se expone el eje de poder de la vicepresidente.

Berni es peronista, dice ser “mano dura” con el delito, tiene diálogo con las fuerzas de seguridad. Su discurso de Perón-patria-pueblo es sobre el que acaba de recostarse su mentora, en honor a la cintura peronista tras despreciar durante décadas ese peronismo. Los enemigos de Sergio Berni, apenas un modesto funcionario provincial, eran una ministro nacional y el propio Presidente de la Nación. Con la renuncia de la titular de la cartera de Seguridad, ya despejó el primer escollo; al ritmo kirchnerista, es probable que la reciente movida en el gabinete signifique que el siguiente capítulo del proyecto cristinista ya esté en marcha. El líder empieza a tener cara.

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