«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Arrea, ahora resulta que Hacienda no somos todos

18 de enero de 2016

La idea de que los juicios sean públicos ha sido una de las primeras y grandes conquistas del Estado de Derecho. En la vista oral del proceso de Urdangarín y sus socios o secuaces se han oído declaraciones portentosas que harán Historia. Por ejemplo, una abogada del Estado (que ya es autoridad) sostuvo que lo de “Hacienda somos todos” es solo un mero eslogan publicitario; por tanto, no hay que tomárselo en serio. Es todo un descubrimiento. Hemos perdido la inocencia. En consecuencia, Hacienda se reduce a Montoro, en su día mi dilecto discípulo. Pero entonces, cuando oímos lo de “todos somos iguales ante la ley” ¿también es un eslogan publicitario?

No se me diga que la actuación de la abogada del Estado en cuestión es parte de una estrategia oficial para proteger a la Monarquía. Si así fuera, la veo muy equivocada. La familia del Rey saldría mejor parada si fuéramos conscientes de que sus debilidades fiscales se someten a lo que llaman “imperio de la ley”. La infanta Cristina ganaría mucho si no nos hiciera creer que es una señora tradicional, ausente de las cuentas de su casa. Ella es, como yo, licenciada en Ciencias Políticas. No creo que haya habido infantas tan instruidas como ella.

Téngase, señora abogada del Estado, que por ahí vamos a la desmoralización general. Cuando la Dirección General de Tráfico (Ministerio del Interior, Gobierno de España) nos avisa de que moderemos la velocidad y otros consejos, ¿será todo nada más que propaganda? Si nos avisa que “conducir con alcohol, cinco puntos”, ¿querrá decir que nos dan cinco puntos si tomamos un par de copas? Siempre habíamos creído que Hacienda era la rama del estado que mejor funcionaba. ¿No podría seleccionar mejor a sus abogados?

Siento recurrir a tantos interrogantes. Es algo que no se debe prodigar en un artículo de opinión, pero es verdad que me siento perplejo, estupefacto, estúpido. Siempre creí a pie juntillas que “Hacienda somos todos”. Me daba tranquilidad pensar que, al menos en materia fiscal, se aspira a cumplir el principio de igualdad ante la ley. Las otras igualdades me parecen menores. Pero ahora me entran enormes dudas. Empiezo a rumiar que, por lo que parece, Hacienda trata mejor a los ricos, los famosos, los poderosos. Mala cosa es perder la inocencia cívica.

Se comprende que muchos contribuyentes (a quienes nos llaman piadosamente “ciudadanos y ciudadanas”) se desentiendan de la política. Pero, ojo, los políticos no se desentienden de los contribuyentes. Antes bien, los miman para que paguen religiosamente los privilegios de los que mandan. Al menos, déjesenos el derecho a expresar nuestra opinión. Será la mejor manera de proteger a la familia del Rey, que nos representa a todos.

.
Fondo newsletter