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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Artur Mas, las aguas del Ebro y la paella ardiente…

3 de diciembre de 2013

No es corriente que en este patio atendamos a biografías –o hagiografías varias– de líderes políticos. Somos limitados, lo sabemos, y en nuestra humildad nos limitamos a repasar la prensa, que con eso ya tenemos suficiente. Pero hoy vamos a hacer una excepción.

Es sabido que todos los grandes pueblos que en la historia han sido, han necesitado la guía, política y espiritual de un gran hombre, un gran líder, un estadista… ¡qué demonios!… ¡un profeta! Así por ejemplo y gracias a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras tenemos noticia del largo camino recorrido por el pueblo judío que, bajo la sabia batuta de Moisés, atravesó el Jordán y alcanzó finalmente la tierra prometida.

Todo empezó para él y para su pueblo con una revelación divina: fue Yavhé quien le inspiró a través de una zarza ardiente. Hoy por fin sabemos por qué Artur Mas ha viajado a Israel hace algunas semanas. Teníamos nuestras sospechas, pero tras conocer el contenido de su libro, al que todos los medios dedican un cierto espacio –con la lógica modulación en los tonos que va desde la profunda admiración de algún rotativo catalán hasta un cierto cachondeo por parte de otros– ya conocemos la pieza que falta. 

Permítasenos tomar prestado el título del célebre libro del comandante Pardo Zancada en el que se hacía referencia a otro asunto, también de actualidad –triste– estos días y que no tiene nada que ver con éste. Volviendo a Mas, la pieza que nos faltaba era la de la paella ardiente. Ahora lo entendemos todo. Cuenta el president en sus memorias que su primer recuerdo, de niño, es el de una paella con aceite ardiendo que se le cayó encima. Ahí debió comenzar –suponemos– su inquietud por convertirse, algún día, en el Moisés redivivo que abriera las aguas del Ebro –pongamos que por Tortosa– y que no es exactamente como el Jordán pero tampoco nos vamos a poner a discutir ahora por unos metros cúbicos de más o de menos. Lo de la India aún no lo hemos entendido del todo. Ahí nos falta otra clave. Pero estamos seguros de que en las próximas semanas, el president nos hará señales.

Yendo a los diarios de información general, que es más lo nuestro, nos ha llamado la atención la entrevista concedida por el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero a La Razón. De su lectura extraemos varias conclusiones: primera y principal: sus candidatos para sustituir a Rubalcaba, aunque se cuida muy mucho de avalarlos de forma expresa y se queda en el típico “son dos activos muy valiosos”, son Chacón o Madina. Facilón; son sus chicos y probablemente aspira a manejarlos en el futuro. Patxi López no le gusta nada, eso lo deja clarinete: “López es político con tradición pero puede haber más” y Susana Díaz tal vez sí, pero quizás, quién sabe: “No recuerdo una irrupción de liderazgo tan poderosa como la de Susana”, lo cual no quiere decir que la lideresa andaluza tenga su aval… sólo que le sorprende su ascenso. Pues vale. Más morbillo tiene la parte en la que ZP le confiesa a Esther Palomera que durante la crisis habló varias veces con Felipe, pero ninguna con Aznar: “¡Con las cosas que dice habitualmente de mí!”… como si le diera miedo, vamos. Lo de menos es que Aznar hubiera tenido algún buen consejo que dar a Zapatero sobre cómo salir de aquel atolladero que amenazaba seriamente con terminar en una intervención que hubiera dejado a España en la miseria durante varias generaciones. Hay alguna respuesta más que tiene también su aquel, como aquella en la que recononoce que sólo aconsejará a Ru-balcaba sobre su futuro político en privado. A ver si hablan uno de estos días. 

Eurico Campano

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