El mayor peligro que entrañan las nuevas tecnologías es que proporcionan unas herramientas al gobernante de turno que fácilmente pueden dejar a los ciudadanos efectivamente indefensos ante su voluntad de dirigir tanto la ideología como la conducta de los mismos en el sentido apetecido por los intereses que le convengan.
Nunca ha habido tantas declaraciones altisonantes sobre la libertad de las personas y el reconocimiento de sus derechos como en la actualidad, y es cierto que se ha progresado realmente en este sentido, pero también es cierto que los nuevos mecanismos de control hacen peligrar la efectividad de esa libertad de cara a su ejercicio en nuestro comportamiento cotidiano.
Últimamente he estado leyendo algunas publicaciones y ensayos de carácter económico, que además coinciden con comentarios y ensayos de peso, escritos por muy importantes representantes del actual sistema político, estudios de momento solo difundidos en el ámbito de especialistas o estudiosos de estos temas, así como declaraciones y experimentos, más o menos burdos o exitosos, sobre la posibilidad de acabar eliminado el dinero físico de la circulación, que me indican que algo se está urdiendo en las alturas.
Muchos de estos prestigiosos y poderosos señores, defienden que tal medida sería la panacea para resolver problemas estructurales y urgentes que en este momento nos están afectando, a la vez que eliminaría de raíz el colapso o depresión económica que nos amenaza.
Se trataría de crear un dinero “virtual”, electrónico, que en el caso de los EE.UU. se denominaría el “Fedcoin , al estilo del “bitcoin” pero oficial, según el analista norteamericano Casey, y que el resto de los bancos centrales crearían los propios, correspondientes a cada área económica.
Tal medida según algunos expertos eliminaría la crisis pendiente, como afirman muchos: Cuando lo inevitable se convierta en eminente…”, y se llegue definitivamente a la conclusión de que le volumen de deuda a nivel mundial es inasumible, que el sistema está contablemente quebrado, y que todas las medidas ortodoxas convencionales ya se han adoptado: el famoso QE (Cuantitave easing, en “román paladino” fabricar billetes…) la bajada de los tipos , a 0% e incluso negativos, los impuestos ya han alcanzado cuotas que una sola vuelta más a la tuerca y dejaríamos de trabajar para nosotros (ya casi estamos en ese punto si sumamos todos los impuestos directos, indirectos, especiales, transmisiones, plusvalías, inflación, etc.) y que si se recortan los gastos nos arriesgamos a una sublevación de masas. Cuando se llegue al convencimiento que hay que hacer una expropiación general, que a su vez proporcione una apariencia de seguridad a los ciudadanos, ya que la quiebra, el pánico ventanilla, la insolvencia del estado no sería posible, (piénsese que si se reclamara solo una parte del dinero que teóricamente hay en el sistema se tardarían años en imprimirlo simplemente) es entonces donde haría aparición tal moneda, virtual, infinita, que los estados pueden materializar, dirigir, crear y manejar “ad infinitum” sin posibilidad del ciudadano de discutirlo ni evadirse de semejante “corralito universal”. Con una ventaja añadida: nadie podría librarse de su utilización, dejando un rastro informático fácilmente accesible de toda actividad. Solo quedaría le trueque para librase del control.
¿Utopía? No tanto, de hecho se está estudiando. ¿Cómo se vendería a la ciudadanía? Sencillo: seguridad, controlar el dinero terrorista, (¿Quizás el ¿Arabia Saudita?) el del narco tráfico, (¡Imagínese que se eliminara o expropiara todo el dinero del narcotráfico…! Aunque ya se buscarían una salida, son demasiado poderosos y tiene demasiadas “ramificaciones oficiales”) se afirma que se evitaría la evasión fiscal (no nos olvidemos que la última crisis en España se atenuó gracias a que había un mercado sumergido) evitaríamos quiebras bancarias (Como ahora…) el controlar los movimientos comerciales, evitaría el contrabando y todo ello proporcionaría datos inestimables para los estudios de mercado etc. Hay mil y una razones, que el público aceptaría, sobre todo si se les promete que sus ahorros o sus patrimonios pueden ser salvados, aunque sea sobre el papel. Es verdad que en teoría los bancos centrales hoy pueden hacer casi lo mismo, pero siempre hay menos control y se le escapan muchos aspectos del tráfico económico.
¿Pero se percatarán los ciudadanos de que estamos ante el “Gran Hermano”? ¿Dónde queda la privacidad? Es verdad que actualmente realizamos la mayoría de las operaciones a través de tarjetas y transferencias, pero: ¿Alguien se imagina que haya un registro central conectado con nuestros chips de móviles, “tablets”, ordenadores o pequeños chips injertados en nuestros cuerpos que recoja todos nuestros movimientos? Que se sepa qué compramos, donde, cuando, como, a quien, qué vendemos y para qué, localizados las 24 horas, que alguien pueda prohibirnos determinadas operaciones, simplemente porque no sea conveniente… Evidentemente tendría ventajas: un menor, por ejemplo, no podría comprar alcohol, al menos personalmente, ¡a un diabético no se le permitiría comprar tartas o un ministro de sanidad podría prohibir la compra de hamburguesas!
El poder que tal instrumento proporcionaría a los gobernantes no tendría precedentes, pues sin libertad económica no puede haber libertad. A los demás instrumentos de control se añadiría uno más de una eficacia y poder sin precedentes.
Esto podría parecer un gran adelanto para muchos, pero por un momento analícese el actual sistema jurídico, en la práctica no en la teoría, un sistema en el cual bajo la disculpa del “garantismo” el delincuente normalmente está en una posición de ventaja, en el que la mayoría de las normas recaen sobre precisamente el ciudadano cumplidor, en el que vemos como personas con 15 detenciones o violadores están en la calle, y el delito de ocupación, o el asalto a la propiedad privada está prácticamente protegido, no pensemos solo que en España…¡De verdad queremos proporcionar esta clase de herramientas a un estado que en lo esencial, en muchos casos, prefiere seguir sus criterios ideológicos, electoralistas, o partidistas a defender los intereses del ciudadano normal contribuyente y pacífico! ¡Un sistema político en el que podría darse el caso de que extremistas irresponsables llegasen al poder! No se me diga que soy un exagerado, contémplense la catadura de los municipios nada menos que de Madrid, Barcelona, Coruña o Valencia por no hablar de Roma…!
¿De verdad queremos ceder semejante poder de vigilancia, control y poder a “Gran Hermano”? Lo malo es que nuestra propia pasividad, será la que nos va a llevar a ese destino.