Por si no había quedado claro con los veinte millones de muertos, fue acabar la Primera Guerra Mundial y publicarse La decadencia de Occidente, una obra de Oswald Spengler sobre lo propiamente occidental, que es decaer.
Occidente es el poniente, el «yo me iré con el sol, cuando muera la tarde»; en el Imperio Español no se ponía porque inventaron la vuelta al mundo y una vez dada, ya solo quedaba darla más deprisa, revolucionar. Lo contrario, la contrarrevolución, exige cambiar los polos, el eje del moverse, transvalorar. Algo dificilísimo.
Desde 1918 mucho se ha dicho; por eso tiene mérito cómo lo ha formulado en 2025 Pérez Reverte.
Hablando de Europa (Occidente) dijo lo siguiente en una entrevista ante una bella dama, lo que siempre templa la elocuencia: «Europa se ha prostituido, se ha desvirtuado, se ha abandonado, se ha embrutecido, se ha vulgarizado, se ha hecho miserable, se ha mercantilizado… Europa es una porquería, Europa es una piltrafa».
Don Arturo le dijo a Europa las verdades del barquero como solo él sabe hacer. La puso fina, de vuelta y media. Le faltó lo de Trump a Haití (shithole) o lo de Lauren Castigo a Paca Carmona: «Haces una gira por Soria y te forras, hija de la gran puta».
Es algo muy de Pérez Reverte dar esos aldabonazos. Un siglo llevamos con análisis culturales de nuestra civilización pero tuvo que venir Reverte a llamarla prostituta, mercantil, vulgar, empobrecida, desvirtuada, piltrafa y porquería. Es verdad que podría haber profundizado un poco más: Europa es miserable, vale, pero ¿por qué? ¿cómo? ¿a causa de quiénes? Los universales socráticos que nos dieron Perales o Mourinho.
Hay intelectuales preguntones y hay intelectuales de aldabón, tecnología Siglo de Oro: toc, toc, ah de la casa… ¡Sal Europa, fementida raposa, colipoterra, escoria civilizatoria, sal que te diga lo que eres!
Don Arturo no concreta más, porque él vota a bríos, pero su trabajo está hecho: así hay que hablarle a una civilización. A una civilización no se le puede ir ya con melindres y medias tintas. Llevamos un siglo así y ¿qué hemos conseguido?
De nuestra Civilización han hablado muy mal los islamistas, alguna vez los rusos o los chinos, pero los de aquí nos quedábamos en que si las raíces, que si Grecia… Hasta que uno de Cartagena la ha hablado como haría un yihadista.
Quizás faltaba eso y Europa, al ver el desprecio de sus hijos, reaccione. Quizás Occidente despierte, herido, si Alatriste le llama «hideputa». Sólo queda ese revulsivo, aunque el mismo don Arturo no confía. En la entrevista se consideró «privilegiado» por asistir a este final, porque suceda ante él. «Ver su desmoronamiento es un espectáculo interesantísimo».
Lo dijo como alguien que, a salvo de las consecuencias, observara la caída de la tarde, tarde sorrentiniana (su yo recortado en el poniente) en la terraza de alguna plaza europea, distinguida pero decadente, algo desvirtuada, vulgarizada incluso, abandonada, sin duda embrutecida…