«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Sevilla, 1986. Periodista. Ahora en el Congreso.
Sevilla, 1986. Periodista. Ahora en el Congreso.

Aspavientos europeos

22 de noviembre de 2024

Socialistas, liberales y populares son las tres cabezas del dragón que Washington tolera para mandar en Europa desde hace casi un siglo. Demogresca, pantomima y palabras gruesas en los parlamentos nacionales —si es que aún podemos llamar así al legislativo, felpudo de burócratas y patio trasero de todo euroexperimento— y prietas las filas en la disciplina bruselense. Distintas banderas, pura tinta de calamar del sistema, para gobernarnos a todos.

El miércoles el PP europeo votó a Teresa Ribera como una de las vicepresidentas de Von der Leyen y ese abrazo entre socialistas y populares escandalizó a quienes se creen, como el niño que renueva su ilusión en la noche de Reyes, la pantomima de la carrera de San Jerónimo. Feijoo, espoleado por la tragedia valenciana, anunció que votarían en contra. Pero había letra pequeña: el voto era ponderado —un solo voto en representación de todo el grupo—, de modo que, aspavientos mediáticos al margen, su grupo —para el que pidió el voto en mayo para «acabar con el sanchismo»— rescata a Ribera en el peor momento de su carrera política.

Es probable que el PP lo haga en la segunda votación que se celebrará en Estrasburgo la próxima semana porque su voto ya no influirá en la elección. La razón es más poderosa: hay que alimentar titulares y mantener la ficción de que Génova y Ferraz ofrecen modelos distintos. Apenas recordamos lo que cenamos ayer, pero hace dos telediarios Bolaños y González Pons se repartieron a los jueces con el comisario Reynders como árbitro. El principio de una amistad, dijo el emisario de Feijoo.

Entretanto, el consenso se lava las manos del fango valenciano culpando al cambio climático, que es el término que revisten de ciencia para responsabilizar de más de 220 muertes a quienes conducen un coche o el tractor en el campo. La solución es la de siempre: destruir la industria nacional, el sector primario y prohibir el uso del coche. E inmigración masiva para paliar la natalidad más baja que se recuerda: nacen menos niños que en la guerra civil y no hay otro legado que retrate mejor las prioridades de la casta gobernante. El aborto, en eso también coindicen, es sagrado.

Claro que para rejuvenecer España pretenden regularizar a 900.000 inmigrantes ilegales que engordarán la maltrecha hucha de las pensiones, tanto contribuirán que la sanidad pública multiplicará el número de hospitales y como casi todos ellos van para abogados del Estado, médicos y funcionarios de alto rango, el Gobierno podrá recuperar el sistema MUFACE. Las calles serán como un anuncio de Benetton y los machetazos multiculturales un mal recuerdo de los bulos que circulan en las redes.

El acuerdo por Ribera es sólo la punta del iceberg que explica casi todo: desde las fronteras abiertas o el pacto verde —ese plan de despidos masivo para la industria y los trabajadores españoles— hasta la política exterior, que no es tal, sino obedecer las órdenes del amo del otro lado del charco. Por eso el politburó bruselense aplaude con entusiasmo los misiles de larga distancia contra Rusia en originalísima misión de paz, debe ser la nueva diplomacia, la del Partido Demócrata, que acelera para que Trump —el presidente más pacífico que se recuerda— herede un mundo en guerra.

Los medios que tantas veces nos contaron que Trump traería la III Guerra Mundial abandonan X para luchar contra la desinformación mientras van a bulo diario: en una semana han matado a Fernando Aramburu y han visto un helicóptero estrellarse contra un rascacielos en Madrid. Este manicomio en que malvivimos ni siquiera lo explica ya Orwell, pues a la máxima de que la guerra es la paz, la libertad es esclavitud y la ignorancia es la fuerza habría que añadir que González Gazprom es la resistencia contra Putin.

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