«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Avería en la ‘marca España’

26 de noviembre de 2013
  • Una avería en el sistema de activación de los flaps del Airbus A310-300 destinado al transporte de altas autoridades malogró el viaje de dos días a Sao Paulo que el Príncipe de Asturias, junto con un grupo de empresarios españoles, se disponía a emprender en la madrugada del lunes. Ésta ha sido, desde luego, una mala noticia, porque ese viaje, además de significar un impulso para proyectos de cooperación y negocios entre empresas brasileñas y españolas, podía haber sido una ayuda importante al consorcio de empresas españolas que pujan por la adjudicación de una línea de alta velocidad ferroviaria entre Sao Paulo y Río de Janeiro, y, en general, iba a ser un elemento más de promoción de eso que ha venido en denominarse la marca España. Pero por las informaciones facilitadas tanto por la Casa del Rey como por el Ejército del Aire, todo indica que la cancelación de ese vuelo fue una decisión prudente: si la avería no quedaba perfectamente reparada (y no se podía efectuar la reparación sin llevar la aeronave al banco de pruebas), se ponía en riesgo la sustentación del aparato tanto en el despegue como el aterrizaje, y en estas condiciones se ha optado por lo más sensato.

    De una experiencia como la sufrida cabe, no obstante, extraer algunas enseñanzas. Por lo pronto, el hecho de tener destinados a esta función unos aviones que hace años que ya no se fabrican, y de los que están en servicio en estos momentos menos de cien unidades en todo el mundo, parece aconsejar su sustitución por otros más nuevos y no apurar hasta esos extremos su vida útil, al menos para el cometido que se les ha asignado. Cuando se adquirieron los Boeing 707 que fueron sustituidos por los actuales Airbus, los venerables DC8 estaban en unas condiciones bastante deplorables; es decir, parece que llueve sobre mojado. Es verdad que comprar un avión (o dos, como parece aconsejable) no es una operación barata, pero los A310 van a cumplir treinta años de vida, y las averías por pura obsolescencia de componentes y sistemas resultan inevitables en la práctica, y serán cada vez más frecuentes. No serán averías decisivas, pero van a constituir un permanente dolor de cabeza para los responsables de mantenimiento y, probablemente, también de seguridad. La austeridad, siempre recomendable, no debe confundirse con la tacañería.

    Ya se sabe que el riesgo cero no existe en ninguna actividad humana. Sin embargo, hay previsiones y comprobaciones que podrían llevarse a cabo con tiempo suficiente de prevenir incidencias como la que nos ocupa, aunque sólo sea para no tener una noche entera a los viajeros esperando en el aeropuerto, y para no dar la impresión de que la famosa marca España es un monumento a la improvisación.

.
Fondo newsletter