«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El axioma de María San Gil

4 de mayo de 2015

María San Gil es una rara avis de decoro personal y de decencia política en el PP. El discurso que acaba de pronunciar denunciando la oquedad ideológica y el desierto moral o, lo que es lo mismo, el vergel amoral en el que Rajoy, Arriola, Soraya, Monago, Oyarzábal, Samper y demás saltimbanquis ideológicos han convertido al PP, no es una parábola, ni una metáfora ni una hipérbole. Es un axioma político. Y como todo axioma, no necesita demostración. Se evidencia por sí mismo.

Sólo con ánimo descriptivo, nada más, y embridando las legítimas emociones que nacen siempre en la víctima de una felonía, parafraseando a Churchill hoy podemos afirmar del PP que «nunca tan pocos traicionaron tanto a tantos durante tanto tiempo»… y con tanto éxito electoral. Que es lo único que al relativismo moral del PP le importa. No hay principios. No hay valores. No hay verdades permanentes: la Vida, la Religión, la Patria, la Tradición y la Justicia se ponen en almoneda en los escaparates del relativismo moral del PP, en los que, con los viejos mandiles de Rousseau y las estúpidas consignas del mayo francés del 68 manufacturadas por Monago, Arriola y Rajoy silban el tango Cambalache mientras se  hacen trampas en el solitario con los votos de la derecha sociológica.

Nada es verdad. Y cuando nada es verdad, es que todo es mentira. Cuando todo es negociable, es que nada merece la pena, salvo el Poder… al precio que sea. En eso se ha convertido el PP: en la nada. Con Poder, pero en la nada. En esa nada en la que la mentira y la traición son bienvenidas si hay consenso y si dan votos. 

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