«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Ayuso y la coherencia discontinua

9 de junio de 2025

La Conferencia de Presidentes sirve para anticipar el lugar al que —«nacionalidades y regiones»— conduce la Constitución de 1978, para ofrecer la imagen última de la democracia que nos hemos dado: un Estado confederal necesariamente asimétrico. La presencia del rey da al encuentro cierto aire cortesano, impresión reforzada por la itinerancia de la conferencia. A ella acceden los presidentes autonómicos, no por casualidad llamados «barones», en un desfile que tiene algo de besamanos.

La conferencia de este año, celebrada en la capital de la vulneración de los derechos lingüísticos de los castellanoparlantes, la ha protagonizado la madrileña Isabel Díaz Ayuso. Frente a los cuidados modales de Moreno Bonilla, conocedor de los arcanos del protocolo, Díaz Ayuso ofreció una imagen tensa que alcanzó su máxima frialdad cuando se encontró con El uno. Una vez dentro del Palacio de Pedralbes, Ayuso volvió a acaparar la atención de propios y extraños cuando cumplió lo anunciado: levantarse cuando el presidente vasco Pradales comenzó a hablar en vascuence.

El gesto de Ayuso es de una coherencia aplastante. Ella misma explicó la falta de sentido que tiene el hecho de que un conjunto de individuos que tienen una lengua común, el español, y que la emplean cuanto están en un pasillo, la abandonen, en un ejercicio formalista, al traspasar el umbral que separa los pasos perdidos del lugar de los discursos y de los dineros. Su coherencia, sin embargo, se quebró muy pronto, pues la presidenta regresó a la sala cuando los populares Rueda y a Prohens hablaron en gallego y catalán. El capricho plurilingüe de quienes trabajan para convertir a España en un Estado plurinacional ha servido para que la empresa Altalingua haya facturado 11.616 euros, que serán muchos más en futuras ediciones, pues nos hallamos ante un mercado en expansión, como bien demostró Barbón, al expresarse en la neolengua asturiana que amenaza con convertirse en varias, pues a cada puñado de localismos e incluso de vulgarismos se le puede confeccionar una gramática a medida. Si el socialista ya ha hecho sus pinitos bablizantes en Barcelona, el año que viene, en el que la Conferencia se llevará a Asturias, la dosis de llingua aumentará, para regocijo de la empresa contratante.

Frente al rechazo al pinganillo mostrado de la Ayuso, la docilidad del resto, encantados de someterse a una performance ya habitual en el Senado y en el Congreso de los Diputados. Llamativas, por otro lado, las manifestaciones de dos de los asistentes. En las filas populares sobresalió el presidente andaluz, que confesó no ser «ayusólogo». De este modo, el catalán de nación, es decir, de nacimiento, se desmarcó de un gesto que puede obstaculizar posibles futuros pactos. Por otro lado, ¿cómo levantarse ante el uso de una lengua cooficial sabiendo que Feijoo implantó el gallego de un modo similar a como lo han hecho los catalanistas? El otro elemento destacado fue Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, que en la red X escribió: «He felicitado el trabajo de los traductores de galego (sic), euskera y catalá (sic) que hoy han hecho posible una Conferencia de Presidentes histórica». 

De Moreno Bonilla y de Torres no cabe esperar otro comportamiento. Representan lo política y constitucionalmente correcto. Sin embargo, de la Ayuso hay gente que espera mucho y que, acaso, con su actuación en Pedralbes, comience a sentirse decepcionada, a poco que se aplique una mínima exigencia. Su desparpajo, su empleo de unos símbolos nacionales que ningún dirigente madrileño podría rechazar, pues lo pagaría en las urnas, le hacen ganar muchos adeptos. Sin embargo, su coherencia, como se vio en Barcelona, es más bien irregular, pues su repentina pinganillofobia contrasta con su mutismo respecto a la pinganillofilia permitida por su partido, que ya ha manifestado, por boca de Sémper, en respuesta a una petición de VOX, que no los eliminará de la Cámara Alta.

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