Con la mayor normalidad, se reunió en Santander la Conferencia de Presidentes, «máximo órgano de cooperación política entre el Gobierno de España y las comunidades autónomas», justo después del histórico desastre de cooperación de la DANA.
Pero allí acudieron, a la llamada de Pedro Sánchez, todos los presidentes, los 17+2, que llegaban al santanderino Palacio de la Magdalena como concursantes a un reality.
La Conferencia llevaba sin reunirse desde 2022 y esto ya se le hacía mucho a los del PP, que la reclamaban. ¿Cómo lo expresarían los chicos de Bendodo…? «Allí pudieron lucir musculatura institucional».
Mientras esta cumbre se celebraba, en Suiza se reunían para negociar PSOE y Junts, a quienes Moreno Bonilla, por si alguna duda había, validaba como legítimos interlocutores para «tener relaciones institucionales».
¿Son las cumbres suizas algo «institucional»? Podrían llegar a serlo…
Porque la Conferencia de presidentes, por ejemplo, no está en la Constitución; fue creada en 2004 para «normalizar el diálogo». Eran tiempos de Zapatero y su retórica se hacía institución, carne de BOE.
Desde entonces, 27 reuniones ha habido, muchas extraordinarias en el COVID, donde la «gobernanza» dicen que triunfó.
El PP no solo acude pimpante y baronil sino que exige más reuniones y además pide que lleven más trabajo, mas papeles, más chicha de gestión, ¿o es que los nuevos tecnócratas como Mazón y Bonilla pueden estar seis horas sin un excel que echarse a la boca?
Lo que sí se echaron fue ensaladilla de langostinos y albóndigas de centollo, ágape que, según ha trascendido, alguno consideró «escaso».
Este órgano, puro barroquismo autonómico, cumbre del Estado compuesto, presenta una particularidad que viene recogida en su reglamento de funcionamiento: «Los acuerdos se adoptarán por consenso». Ni por mayoría simple, ni por unanimidad: por consenso. Es el órgano que expresamente lo ha incorporado como forma de toma de decisiones. Por eso, aunque sea posconstitucional y pueda entenderse como un avance confederal, está imbuido del Espíritu de la Santa Transición al incorporar como modus operandi el consenso y la puerta cerrada.
La conferencia es un órgano naturalmente confederal. Por eso sirve para discutir la financiación singular (el filete) y la condonación de la deuda autonómica (la guarnición). Los medios peperizados se quedaron con la doliente Ayuso dando la mano al terrible Pedro Sánchez, pero la foto es ver al Rey rodeado de presidentes, banderas (17+2+1) y el abigarramiento folclórico de una Conferencia Iberoamericana; todo con un algo austrohúngaro, pero austrohúngaro de Berlanga.
En su reciente viaje a Italia, el Rey llamó a «no repetir el pasado ni como caricatura». ¿Se lo aplicará? En Santander parecía un rey Habsburgo en una grotesca monarquía hispánica, parodia ozoriniana de un imperio contractivo.