«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Begoñismo: enfermedad sentimental del socialismo (español)

10 de junio de 2024

La cenagosa campaña que ha terminado con las elecciones europeas muestra, una vez más, hasta qué punto está corrompida la sociedad española y con qué profundidad, el PSOE, principal moldeador de la misma, la conoce. Ello explica que grandes sectores, ahítos de sentimentalismo, hayan sido capaces de arropar al matrimonio que pernocta en La Moncloa, entre cartas de recomendación y lacrimógenos espectáculos. Particularmente obsceno fue un mitin en el cual, Begoña Gómez, incapaz, tanto ella, como su entorno, de explicar su lucrativa conducta, fue jaleada. El culmen llegó con la aparición de pulseras en las que se leía el cosmopaleto lema Free Begoña. Sea como fuere, lo cierto es que la estrategia victimista ha dado resultado una vez más y el PSOE se sostiene frente a un Partido Popular que tiene poco que ofrecer después de décadas de seguidismo y alternancia con los socialistas.

La begoñización de la campaña ha servido, además, para dejar en segundo plano el mayor caso de corrupción política de la democracia que los españoles «nos hemos dado». Me refiero, naturalmente, a la concesión de la amnistía a los golpistas catalanistas, que esperan su momento para recibir, bajo una estelada convertida en palio, a Puigdemont. Éste, el ocultamiento de semejante corruptela, asumida por la parroquia socialista como una prueba de la nueva convivencia auspiciada por el marido de Begoña y entendida por las sectas catalanistas como una invitación, fortalecida por los nuevos espacios de impunidad, para repetir el golpe, ha sido, sin duda, la jugada más hábil del hombre de la opinión cambiante. La omisión a la concesión de la amnistía ha resultado, incluso, un alivio para un PP capaz de sentarse con Junts si, vana ilusión, Junts renuncia a su propia naturaleza.

El caso Begoña, en realidad, el caso —uno de los casos— Sánchez, ha operado como una cortina de humo, como una maniobra de distracción a la que se han prestado, gustosos, todos los corifeos del presidente, comenzando por el Consejo de Ministros y terminando por el último afiliado, salvo honrosísimas y contadísimas excepciones. Así, llegamos al 9 de junio sin que la Ley Orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social (sic) en Cataluña se haya publicado en el BOE. Pasada la cita con las urnas, la ley reaparecerá y será firmada por mano regia. Tras este tiempo de silencio, se abre ahora otro, de impronta epistolar, protagonizado por una carta adjetivada como magna.

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