La historia parece de Berlanga: en Sitges (Barcelona), las últimas elecciones municipales arrojaron un resultado complejo: Partido de los Socialistas de Cataluña PSC-PM (7 concejales); Convergència i Unió (CiU), 6 concejales; Partido Popular de Cataluña (PPC), 3 concejales; Sitges Grupo Independiente (SGI), 2 concejales; Nuevo Horizonte (NH), 2 concejales; CUP, 1 concejal. El poder municipal lo ostentan CiU, PP, NH y SGI, y socialistas y CUP están en la oposición.Sitges ha sido el tercer ayuntamiento catalán que se ha declarado en bancarrota. Si tenemos en cuenta que el anterior equipo de Gobierno municipal lo formaba la coalición de PSC, ERC e ICV, la primera impresión podría sugerir que por fin en Sitges se había desplazado a la conjunción de izquierda y separatismo, y que podría pensarse en el advenimiento de un poco de sentido común.Pero he aquí que la CUP (Candidatura d’Unitat Popular) resucitó una propuesta de la legislatura anterior: eliminar del callejero del pueblo los nombres de la Plaza de España y la calle de España para sustituirlos respectivamente por Plaça del Pou Vedre y Carrer de la Bassa Rodona. Lo que argumentaba la CUP era el “clamor social que se vive hoy día en los Países Catalanes”.En diciembre de 2012, durante una semana y en varios puntos de la localidad, se había hecho una consulta popular sobre este asunto; podían votar todos los mayores de edad censados, que eran unos 18.000 ciudadanos. Votaron 624 personas, un 3,44% de los llamados a emitir su opinión. A favor del cambio de nombre se manifestaron 371 personas; los demás votaron en contra, y se registraron 10 votos nulos y 3 en blanco. Y ahora, con estos datos de “clamor social” verdaderamente ensordecedor, el ayuntamiento ha aprobado los cambios de nombre.¿Cómo ha sido posible esto? Muy sencillo: votaron afirmativamente los concejales de CiU y el de la CUP (7 votos); los de NH, SGI y PP lo hicieron en contra (7 votos), y los socialistas se abstuvieron (7 votos). Parece que el voto de calidad del alcalde de CiU decidió. Podría pensarse, pues, que los tres concejales del PP deberían haber roto su pacto de Gobierno con CiU inmediatamente; al fin y al cabo, un enfrentamiento así tendría que conducir a la ruptura. Pues, no. De abandonar el Gobierno local, nada de nada. Mejor ser concejal de un Sitges en quiebra que perder el sueldo.Así es como los separatistas van tejiendo su tela de araña, con participaciones exiguas, minorías ridículas, actos simbólicos más o menos idiotas (como la cadena humana de unos “nudistas por la independencia”) y una propaganda asfixiante pagada por la Generalidad. Pero sobre todo, gracias a que muchos de los no separatistas se quedan quietos.