A la espera del resultado electoral presidencial en Estados Unidos donde aún se está llevando a cabo un recuento de votos y las demandas de fraude del presidente Trump siguen su curso, me he puesto a reflexionar sobre una frase que el presidente repite en sus apariciones públicas cuando toca el tema del coronavirus: “la cura no puede ser peor que la enfermedad”.
La frase alude específicamente a que los confinamientos, en este caso “la cura”, son peores que “la enfermedad”, el coronavirus. A lo que se refiere Donald Trump es que el confinamiento trae problemas como depresión, violencia familiar, abuso infantil, pobreza, suicidios, consumo de drogas… entre otros tantos males ignorados por los medios de comunicación.
Como ya he expresado en otras de mis columnas, soy un lector tanto de la prensa “liberal” así como de los medios de comunicación “neutrales” de este país aunque esa imparcialidad es cada vez mas escasa. Si mi memoria no me engaña, el New York Times sólo ha mencionado los males que traen consigo los confinamientos alrededor de cuatro veces en artículos escuetos que se pierden entre alabanzas al Partido Demócrata, injurias hacia Trump y reportes de cómo el coronavirus sigue acechándonos. Básicamente, eso son los tres temas que a diario conforman tal publicación.
Quizás Estados Unidos aún no estaba preparado para tener al mando a alguien como Trump
No es de extrañarse que la prensa en Estados Unidos pase de largo por los efectos secundarios tan graves de los confinamientos ya que el estado de cautiverio, como bien llama Fernando Sánchez Dragó al confinamiento, es totalmente apoyado por el Partido Demócrata que, de una manera u otra, financia a la mayoría de estos medios de comunicación. Recordemos que ellos fueron quienes le dieron la victoria a Biden hace un par de semanas sin aún ser certificada por los correspondientes departamentos gubernamentales de los Estados Unidos.
El presidente Trump, en la rueda de prensa que dio hace unos pocos días para anunciar que la vacuna de la compañía Pfizer está cerca, volvió a enfatizar su oposición a los confinamientos ya que “la cura no puede ser peor que la enfermedad”. Mientras, Biden asegura que durante su presidencia, si es que al final llega a ser oficialmente electo, seguirá al pie de la letra lo que dicta “la ciencia”. En otras palabras: que recluirá lo más que se pueda a los ciudadanos para evitar la propagación del virus.
Estoy convencido que la palabra ‘libertad’ conlleva un alto grado de responsabilidad y madurez, algo que lamentablemente no posee la sociedad infantilizada
Si bien los estados de EEUU se dividen en estados republicanos y en estados demócratas, a partir de este año podemos referirnos a los estados republicanos como entidades no recluidas mientras que a los estados demócratas como territorio enclaustrado y en donde, por ello, los índices de violencia son mayores. En lo personal me opongo a que un gobierno obligue a sus ciudadanos a confinarse ya que me parece un atentado contra las libertades individuales; sin embargo, estoy convencido que la palabra ‘libertad’ conlleva un alto grado de responsabilidad y madurez, algo que lamentablemente no posee la sociedad infantilizada en la que vivimos. Imponer restricciones tales como el confinamiento resultan a veces necesarias ya que el Gobierno tiene que intervenir ante la incapacidad del pueblo de lidiar con problemas tan básicos como el control de una pandemia. ¿Es acaso tan difícil lavarse las manos, respetar el distanciamiento social, usar cubrebocas y evitar aglomeraciones?
Tal incapacidad es evidente en la ciudad texana de El Paso. Los centros de salud ya no tienen espacio para la cantidad de infectados y la mortandad es tan elevada que ya no hay espacio en las morgues y se han tenido que instalar grandes refrigeradores en las inmediaciones de los hospitales. El gobierno local está tratando de imponer una nueva orden de confinamiento con la oposición del gobernador de Texas, Greg Abbott, de estirpe republicana.
Si las personas realmente tomaran conciencia de la gravedad del problema podríamos seguir tranquilamente nuestras vidas sin estar obligados a permanecer en cautiverio y por ende la economía yéndose a la ruina.
Lamentablemente la “cura” sigue siendo peor que la “enfermedad” debido en gran parte a la irresponsabilidad individual de los ciudadanos
A pesar de la gravedad del asunto, los ciudadanos, en su mayoría con mentalidad de adolescentes, siguen abarrotando los supermercados (cuando sólo un miembro de la familia debería ir a hacer la compra), continúan reuniéndose en fiestas sin respetar el distanciamiento social ni el uso de mascarillas, siguen visitando a la abuelita en grupo… y otras tantas actividades que empujan al gobernador a ordenar que entremos en un estado de cautiverio masivo.
El Partido Republicano, el del gran Abraham Lincoln, es el que a lo largo de la historia más ha respetado los pilares en los que se fundó esta nación, sobre todo el derecho a la libertad. Por eso, ¿qué hacer cuando la libertad se convierte en libertinaje y pone en riesgo la vida de los demás? Lamentablemente, un pueblo inmaduro necesita ser controlado por su mal uso del derecho a la libertad y es este control, al que Donald Trump se opone, el que causa gran parte de los males que aquejan actualmente a los Estados Unidos, estragos de los que no se hablan por ser consecuencia de los confinamientos.
Si no queda otra alternativa mas que el confinamiento es necesario que al menos las escuelas sigan abiertas, algo que siempre ha apoyado el presidente Trump. Más allá de que tanto los niños como los adolescentes se distraen al socializar con sus compañeros, lo que prevendría los altos índices de suicidios y el alto consumo de drogas que se ha suscitado últimamente entre los adolescentes, las escuelas en Estados Unidos precaven la violencia y el abuso infantil.
Gran parte de los ciudadanos necesitan que los controlen como hará la mancuerna Biden/Harris que limitará en gran medida la libertad
Cada institución cuenta con un departamento especializado en atender los atropellos que se suscitan en los hogares de estos jóvenes y muchas veces son las escuelas quienes los reportan a las autoridades. ¿Cuántos casos de violencia infantil no se estarán suscitando justo en estos momentos que escribo estas líneas en los estados donde los centros educativos siguen cerrados? ¿Cuántos adolescentes no estarán cayendo en manos de la droga o desatando su furia en las calles provocada por el encierro apoyando a grupos de extrema izquierda que los utilizan para fines políticos? Las probabilidades de contagios en las escuelas son mínimas debido a los protocolos de seguridad que se siguen al pie de la letra. Muchos niños no tienen los medios necesarios en casa para recibir una educación a distancia. Los centros educativos sin duda alguna deben de seguir abiertos por el bienestar de nuestra juventud.
Si todos nos comportáramos como ciudadanos responsables no tendría que haber confinamiento y por lo tanto la economía no se iría para abajo. Evitaríamos miles de muertes y eludiríamos los males sociales expresados en este artículo, pero lamentablemente la “cura” sigue siendo peor que la “enfermedad” debido en gran parte a la irresponsabilidad individual de los ciudadanos. A veces pienso que, en efecto, un país tiene el gobierno que se merece, pero quizás Estados Unidos aún no estaba preparado para tener al mando a alguien como Trump. Gran parte de los ciudadanos necesitan que los controlen como hará la mancuerna Biden/Harris que limitará en gran medida la libertad. Ya lo estamos viendo no sólo con los confinamientos, sino con la libertad de expresión.
Ojalá me equivoque y en efecto la cura deje de ser peor que la enfermedad, pero para esto la libertad debe de dejar de confundirse con libertinaje.