«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El bipartidismo

30 de junio de 2014

     Creo que todos estaríamos de acuerdo en que ningún régimen político es perfecto, entre otras cosas porque los hombres no lo somos, y desde luego a pesar de afirmaciones utópicas tampoco somos iguales. Cada uno tiene sus aspiraciones, su capacidad, su ambición y sus preferencias, su dosis de generosidad y de egoísmo, y su estado de salud mental y física. En España históricamente el bipartidismo, hoy tan denostado,  ha sido el sistema que mejor ha funcionado para mantener la paz entre los ciudadanos aparte de  la dictadura. Recordemos a Canovas y Sagasta con todos sus defectos, tras la situación con Fernando VII, las guerras carlistas, el desastre de Isabell II y de la primera república. . . Cuando la dispersión de partidos políticos o la ensalada de ideologías, la mitad utópicas, proliferan, a la larga, solo se genera una situación de anarquía que nos lleva, no a una república idílica, sino a la revolución, pues siempre hay quien se aprovecha del revuelo y esta, a la corta a la dictadura, porque también siempre hay quien quiere protegerse del expolio. En resumen sangre y vuelta a empezar, ¿trágico verdad? Pues eso parece que no lo acabamos de aprender. El sistema democrático funciona siempre que se respeten las reglas del parlamentarismo de ideología liberal, cualquier introducción táctica para dominar el sistema por medios electorales, – la teoría socialista de Engels –  para imponer su criterio único, contra viento y marea, conduce al desastre. Electoralmente siempre resultará, al menos aparentemente, más atractiva y beneficiosa para una mayoría la teoría del reparto, es un espejismo. La clase media, que es la que proporciona estabilidad,  respeta el sistema en la medida que no se siente amenazada en su posición, si ve que puede perder su libertad, y privarla de su independencia económica es un primer paso, reacciona con violencia y rompe las reglas del juego. El problema del bipartidismo en España, no es el principio,  sino que la clase política a nivel individual ha tomado a la política como medio de vida, y no como una vocación, una toma del poder a la que ha asimilado al funcionariado, y esta circunstancia  tiende a generar un corporativismo pernicioso, en el que prevalece el propio interés de permanencia en el poder que su función de gobernar a largo plazo la sociedad en cuestión. Hay que regenerar el bipartidismo, no destruirlo, como mucho tres o cuatro, para ejercer de bisagra, (siempre que no sea una bisagra nacionalista, este es el gran fracaso español)  ¡Cuidado con las aventuras tenemos muy malas experiencia!

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