«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.
Es licenciado en periodismo; doctor en Economía Aplicada y BA (Hons) en la Universidad de Essex (Reino Unido). Dedicado durante décadas al periodismo económico y de investigación trabajó para El País, Le Monde, Diario 16, Cambio 16, Le Soir, Avui, Radio Nacional de España y El Noticiero Universal. Fue el primer director de Intereconomía Televisión y también director editorial de Grupo Intereconomía. Entre otros premios obtuvo la Antena de Oro de la Televisión por Más se perdió en Cuba.

Botella, causa finita

9 de septiembre de 2014

La vida es a menudo cruel. Lo ha sido con Ana Botella, su primer problema fue ser la esposa de Aznar. Aquello ya le granjeó penosas animadversiones, incluso de distinguidos alcaldes “conmilites” populares. Pero si le explicáramos a un grupo de economistas de lo público que la alcaldesa que ha reducido un tercio el endeudamiento del Ayuntamiento de Madrid, al que accedió en estado peor que el del bono griego, nos llevarían al diván del psiquiatra.

Sin embargo, la señora Botella no cae bien. Ha cometido errores, sí. No muchos, e incluso no directamente. Lo peor es que se le supone una inmensa antipatía del público. No es verdad que sea por el Madrid-Arena. Quizá porque se metió aquel problema en el bolso de marca y se fue de fin de semana lejos de Madrid. El accidente fue una irresponsabilidad colectiva de todo el equipo de Gobierno. Un fallo multi-orgánico. Botella no dimitió entonces y no lo hizo porque esperaba presentarse como cabeza de cartel del PP en las próximas elecciones. De eso no hay duda. Lo de la “cup of café con leche”, hizo reír, pero era nimio. Miren la de gilipolleces que ha llegado a decir su predecesor, Alberto Ruiz-Gallardón y no anda por ahí, anunciando su renuncia a ser ministro de Justicia.

Lo primordial en el caso Botella es que Génova no la quería como cabeza de lista por Madrid, por muchas razones. Primera, Aznar no es el más popular de los “Marianistas”. Segunda, Botella tenía complicado ganar en la capital de España y eso se ha convertido en estratégico. Tal como va la cosa, para el PP, perder Madrid es perder las municipales. La renuncia de Botella se fraguó en esos contactos secretos entre Rajoy y Esperanza Aguirre. La presidenta por Madrid, está por la labor de ser alcaldesa madrileña. Ella es la única que garantiza un triunfo sobrado al PP en Madrid. Quizá lo de la “multita o broquita” pueda aguarle algo la vuelta a Esperanza . Aunque en ese lance creo que tiene razón, en algunas cosas; en otras, da gratuitos espectáculos aunque no haya palmeros.

Por ejemplo en la despedida de Ana Botella, hay que ser por lo menos marquesa para despedir a despedir a Ana Botella diciendo que “ella siempre ha hecho lo mejor para el PP”. ¿Debemos entender que lo mejor para el PP es que Botella desaparezca? ¡Gran comentario! Muy considerado, sí. Peor que algunos de sus enemigos políticos. Cada vez me gusta más el Partido Popular, por lo bien que se llevan.

El incidente de Esperanza con los “machistas“agentes de movilidad casi parte en dos la operación: Ganar Madrid. Muchos creen que ese asunto la fulminará, yo no. Pero, como poco, obliga a retrasar el anuncio a que “descarrile” la posibilidad de que imputen un delito a Aguirre. Eso pasará, previsiblemente, en diciembre. Así que podremos cantar aquello de “Vuelve Esperanza, por Navidad”. Mariano le deberá a la marquesa la batalla por Madrid y ella… bueno ella si se cansa se va a casa, y punto. Ya se lo vimos hacer antes.

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