«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Biografía

¡Todos a la calle por un ‘manifestódromo’!

28 de marzo de 2014

En Madrid no tenemos sambódromo, pero tenemos el hipódromo de la Zarzuela, el ‘putódromo’ de la Casa de Campo y un puñado de estadios de fútbol de primera magnitud. Y ahora, la alcaldesa de la capital apuesta, con el apoyo de unos cuantos de su partido y la oposición del resto de sus compañeros bajo las mismas siglas, por construir un ‘manifestódromo’. Se trata de evitar que los violentos que revientan las protestas, a razón de once diarias en la capital (4.000 al año), revienten también las cabezas de los policías, los cristales de los comercios, el mobiliario urbano, los coches de los vecinos y la paciencia de todos.

Habría que salir a la calle en masa, sin piedad, pero sin reventar nada, para exigir que ese utópico lugar se convierta en realidad a la mayor brevedad posible. Tenemos derecho a un sitio especialmente diseñado y acondicionado para manifestarnos aunque la  Constitución todavía no lo recoja. Si la presión es suficiente y gana la batalla Ana Botella frente a la ascendente Delegada del Gobierno en la capital, Cristina Cifuentes, es decir, si la derecha del PP vence a la no derecha del mismo PP, habrá que determinar el enclave idóneo para construir el ‘manifestódromo’. Se le puede encargar luego el proyecto a cualquier arquitecto menos a Calatrava y pedirle una zona tipo ‘putódromo’ de la Casa de Campo, con un poco de los cercanos Zoo de Madrid y Parque de Atracciones, para desfogarse a la carrera de sacos con pancarta y cucharita con huevo en la boca, y otra zona al estilo coliseo romano que tanto impresiona a Obama, con gradas, venta de localidades, puestos de palomitas y sets de prensa, para corear la consignas, lucir camisetas, ondear banderas y desplegar pancartas.

Los críticos, del PP y de la oposición bajo otras siglas, dirán que el ‘manifestódromo’ limita el derecho a manifestarse y la libertad de expresión. Pero no es verdad porque el efecto será el mismo -cobertura televisiva y del resto de medios de comunicación que trasladarán el mensaje a los ciudadanos de todo el mundo y a los poderes públicos- del mismo modo que los servicios mínimos no limitan el derecho de huelga.

 

Tras el ‘manifestódromo’, que sólo prosperará si el Gobierno cambia de opinión expresada por Soraya Sáenz de Santamaría este viernes, habrá que plantearse el ‘botellódromo”, visto que somos incapaces de estar en la calle, para protestar o para tomar copas, sin dejar un reguero de basura que nos cuesta un ojo de la cara limpiar, una batería de destrozos que tres cuartos de lo mismo, una hoja de reclamaciones de vecinos y comerciantes que parece no tener fin, y somanta de palos de vergüenza a la misma Policía a la que llamamos para que nos protejan cuando tenemos un problema.

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