«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.
Gallega en Madrid. Periodista apasionada por la información, defensora de la libertad y de España. Redactora Jefe en El Toro TV y al frente de 'Dando Caña'.

Campofrío: la última barricada

20 de diciembre de 2024

Campofrío ha tenido la osadía de detenerse en su último anuncio de Navidad. Pararse para mirar al pasado y así poder vislumbrar un futuro. Un futuro en el que recordemos lo que nos hace verdaderamente humanos y nos define: el amor por lo nuestro, lo propio. Mientras las luces navideñas adornan las calles, en las que el kebab y los hot pots conviven con el asador, y el flamenco lucha por sobrevivir frente a lo comercial, este spot nos recuerda algo muy importante: nuestra identidad. 

En apenas cuatro minutos, logra relatar que España no es solo un lugar, sino una forma de ser. Y lo hace con una herramienta que conocemos bien, que es la del humor. Y es que, aquí, en nuestra tierra, la melancolía también se cuenta en los chistes. No hablamos de un anuncio más de diciembre; estamos ante un manifiesto cultural, un homenaje lleno de ingenio, una reivindicación, un oasis en un desierto, un mensaje a contracorriente. Podríamos definirlo incluso como una barricada contra la ola globalizadora que aboga por transformarnos en una sociedad tan plana como cualquier menú ahorro de franquicia. De forma tan audaz como necesaria, se recurre a figuras icónicas. Resulta cuanto menos curioso que hayamos tenido que ver a Gila, Quevedo o Valle-Inclán para recordar lo que significa ser españoles. 

En el fondo, sabemos que ellos no aceptarían la realidad de nuestros días, en una España que no se sabe si es España, en la que las playlists insulsas son lo más escuchado y la risa de un Eugenio ha sido sustituida por memes de TikTok. Campofrío se ha plantado como un Quijote contra el molino de la homogeneidad global en medio de los cimientos de la corrección política y del marketing de catálogo. Ha huido de la moda de lo políticamente correcto y de los eslóganes woke que no representan a la mayoría, salvo a unos cuantos algoritmos. Mientras otros sucumben al pastiche global, lo homogéneo y las frases huecas, este spot es un refugio. Y un aviso. Somos algo más que consumidores: somos Quevedo en una barra de una taberna, somos Gila descolgando el teléfono para hacer reír en plena guerra, somos Fofó cantando canciones que nos suenan de la infancia y somos la reina Isabel la Católica navegando hacia lo que parecía imposible. 

En estos días marcados por las identidades líquidas, que diría Bauman, es importante alzarse contra el relativismo. Perder esa identidad y nuestros valores no sería un despiste; sería un suicidio cultural. Avanzar no implica tirar por la borda todo lo que nos define. El progreso sin raíces no tiene sentido, y avanzar dejando atrás lo que merece ser conservado es, simplemente, un error

Campofrío hace un canto a nuestra identidad, una mezcla única de ingenio, costumbrismo y ternura. En estos días de Navidad nos ha devuelto algo que nunca debimos perder: un poco de nosotros mismos. Y en estos tiempos, eso ya es una victoria.

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