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Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid
Abogado franco-argentino, director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) en Madrid

Cáncer nacional

1 de abril de 2021

El cáncer es una enfermedad letal. Se caracteriza por el desarrollo anormal de células, que se dividen, crecen y multiplican de manera descontrolada en el cuerpo formando masas, llamadas tumores. La mayoría de las veces, acaban con la vida del enfermo. 

La Argentina está enferma. Padece cáncer. Su cáncer tiene un nombre. Se llama kirchnerismo, movimiento que bajo un barniz ideológico de izquierdas se asemeja a una organización clandestina de criminales que busca conseguir el monopolio de sus actividades delictivas. 

Se repite hasta el hartazgo que cada pueblo tiene el gobierno que merece. No creo que el pueblo argentino se merezca a bandidos de opereta como gobernantes

Su jefa, procesada en ocho causas judiciales, se empeña en utilizar de manera descontrolada el poder confiado por el pueblo para perseguir sus intereses personales y acallar lo que queda aún de justicia independiente en la Argentina. 

Se repite hasta el hartazgo que cada pueblo tiene el gobierno que merece. No creo que el pueblo argentino se merezca a bandidos de opereta como gobernantes. Menos todavía a mafiosos que se bañan en narco y petro dólares mal habidos. En rigor de verdad, no creo que hasta el pueblo más vil del mundo merezca semejante condena de tener a kirchneristas organizando el mayor pillaje de la historia nacional en la cabeza del gobierno. 

Nadie merece tanto mal y ningún pueblo, por malvado y pervertido que sea, tanto castigo.  

El argentino, sobre todo el argentino del interior, es trabajador, poco superficial y asentado en sus querencias que la mayoría de las veces son su tierra y su familia. El argentino es un pueblo de grandes virtudes y cualidades. Se destaca, y se ha destacado en el pasado, en muchos ámbitos muy distintos: artísticos, literarios, científicos, deportivos y tantos más. El argentino es un hombre que tiene porte y presencia. Ha hecho su país de a caballo y para ponerse de pie, antes tuvo que dominar al noble bruto y sujetarse en sus estribos. 

Insisto en el hecho que un pueblo de tales cualidades no merece el cáncer que lo agobia. 

Crearon una nueva categoría de personas dependientes del Estado que perdieron la ambición de vivir de otro modo

El kirchnerismo ha destruido el aparato productivo, ha despellejado la industria nacional liquidándola al mejor postor, ha sumido a casi 60% de la población en la pobreza, crimen para un país que tiene capacidad productiva de dar alimentos a 400 millones de personas en el cual hoy chicos se mueren -y no se trata de alegoría- por desnutrición y hambre y ha dejado, entre otros males, correr la inseguridad y los ataques a la propiedad privada. 

Pero ha hecho algo peor. Ha atentado directamente contra el alma de la Argentina, haciendo resucitar con fines puramente electorales, heridas de guerras antiguas que empezaban a cicatrizar y poniendo a trabajar el Estado para repartir dádivas de todo tipo, al mismo tiempo que privaban al hombre sencillo de la posibilidad de trabajar. Han atacado el honor de un pueblo orgulloso que hoy sobrevive gracias a las migajas que le da el sistema. Crearon una nueva categoría de personas dependientes del Estado que perdieron la ambición de vivir de otro modo. Han roto el espinazo de la Argentina y le han pegado con saña a las tradiciones que más queremos. 

Es tiempo de que la Patria también los demande, antes de que el cáncer acabe con la vida del enfermo

Nadie debería dilapidar la herencia recibida, por la cual algunos han luchado y otros han muerto. Porque los dueños de la herencia no son los kirchneristas, ni tampoco nosotros. Sus dueños son los argentinitos que aún no han nacido.  

Al tomar posesión de sus cargos públicos el presidente y la vicepresidente extendieron sus manos sobre la Biblia y según una fórmula antigua juraron «Desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente (vicepresidente) de la Nación y observar y hacer observar fielmente la Constitución de la Nación Argentina». Y han añadido, en caso de incumplir con las obligaciones de su cargo: “Que Dios y la Patria me lo demanden”

Dios los demandará, seguro, en tiempo oportuno, pero, ¿la Patria? La Patria somos nosotros. La Patria son nuestros hijos. Y es tiempo de que la Patria también los demande, antes de que el cáncer acabe con la vida del enfermo. 

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