«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión.

Cataluña y el Nuncio de Toledo

15 de mayo de 2024

El Hospital Nuncio Nuevo sito en la imperialísima ciudad de Toledo fue lugar de acogida para personas con enfermedades mentales. Reinaba Carlos IV, del cual cuanto menos se diga, mejor. Ese edificio es una maravilla arquitectónica y en su momento destacó como lugar en el que dar cobijo a los denominados orates, locos, pasmados, alienados, enajenados o atarantados. Lo rehabilitaron en 1985 y desde entonces acoge diversos departamentos de la administración autonómica, siendo en la actualidad la sede de la Consejería de Economía y Hacienda.

Si antes era de uso común la expresión «Dar con tus huesos en el Nuncio», atribuyéndose tal cosa a dar síntomas de insania mental, creo que ahora podría sustituirse muy bien por la de dar con tus huesos en la política catalana. Porque el gobierno autonómico, el parlamento regional, sus instituciones, sus cargos, sus departamentos y todo lo que rodea a ese kafkiano y grotesco castillo edificado a mayor gloria de la mentira nacionalista es muy similar al Nuncio, que albergaba a locos y más locos. Locos, imagina el escribidor, que tendrían sus buenos y sus malos días, locos más o menos agresivos, locos que incluso tendrían su locura festiva, alegre, puesto que incluso en ese triste apartado hay de todo, como en la viña del señor. Además, a estas alturas y visto lo visto ¿quién podría osar criticar a quien se pasa el día jugando con un hilo, escondido debajo de la cama, hurgándose el ombligo o creyéndose —quizá la imagen más socorrida— Napoleón Bonaparte? Bien sé que la locura, mejor dicho, la salud mental, no es un tema baladí puesto que constituye uno de los mayores problemas de esta sociedad nuestra que vive con el ataque de ansiedad colgado del brazo. Esa modernidad que nos vendían, esa cultura del ocio, esa civilización en la que todo serían tortas y pan pintado ha devenido en un inmenso Nuncio de Toledo en el que, quien más, quien menos, opiáceos para poder dormir unas horas razonables, ansiolíticos porque no puede con su alma, antidepresivos porque la vida le pesa más de lo que puede soportar o Viagra para lo que se imaginan.

Siendo este el auténtico mal de nuestras sociedades occidentales, esa flaqueza de ánimo y ese temor porque nos hemos vistos superados por la tecnología, la inmigración, la violencia, el wokismo y la falta de medios para vivir dignamente, he asistido al espectáculo de las elecciones catalanas como Dante debió asistir a su visita guiada por Virgilio a los círculos del infierno. Porque si España está aquejada de problemas de salud mental graves, Cataluña se lleva la palma en ese sentido. Hablo ahora de los separatistas, tanto de sus líderes como de sus acólitos, con un síndrome de Munchausen perpetuo en la giba creyendo lo que no son. En lugar de la independencia ¿no podríamos declarar a mi tierra como un inmenso Nuncio, como un manicomio al aire libre? ¿No sería eso mejor que pretender aceptar como razón lo que es sinrazón? Medicados, lógicamente.

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